En un café, un par de amigos conversaban sobre lo complicado que es llamar la atención de las mujeres. Uno compartía sus traumas y el otro hacía mención de los métodos que a él le habían garantizado éxito.
Sin embargo, en esa conversación algo no fluía adecuadamente. Sucedía que no había interacción entre lo que se iban diciendo. En lugar de conversación parecían dos monólogos simultáneos. Cada uno hablando para sí en la perfecta simulación del entendimiento mutuo. ¿Y cuántas veces no hemos sido testigos o parte de conversaciones en las que realmente nadie se está escuchando?
Lo cierto es que hoy en día no sabemos escuchar y no sabemos dialogar. Los ritmos de vida y las presiones sociales nos hacen menos pacientes y cada vez más concentrados y abocados a nuestra individualidad. Esto impacta directamente en la capacidad que como sociedad tenemos para comunicarnos. Muchos de los problemas que tenemos como sujetos y como sociedad podrían aminorarse o resolverse si realmente fomentáramos una comunicación donde escuchar fuera igual o más importante que decir.
En ese sentido aprender a escuchar es aprender a dialogar. El diálogo es la forma de comunicación por excelencia mediante la cual se logra entendimiento entre los que participan. Hoy en día se ha convertido en una herramienta con la capacidad de construir paz, democracia y justicia. Por ejemplo, ante conflictos sociales o bélicos el diálogo siempre es una salida diplomática para evitar polarización, violencia y hasta guerras.
Por otro lado, la democracia de hoy en día se cimienta en la política que dialoga para construir consensos y acuerdos. México ya está aplicando el modelo de los juicios orales; donde decir y escuchar adecuadamente es parte fundamental para la impartición de justicia.
El diálogo también representa la posibilidad de aprender y mejorar en lo que hacemos, ya que cuando se logra un intercambio efectivo de ideas, opiniones y experiencias, el resultado es mejor. De hecho en los procesos educativos es considerado que la construcción de conocimiento colectivo es ideal ante los modelos basados en cátedras donde la comunicación es unidireccional. Además, el poder dialogar fomenta la capacidad de aprender de las experiencias de los otros; propicia la interacción y consolida la convivencia humana.
Por tanto, es fundamental que reconozcamos como área de oportunidad constante la capacidad que tenemos para escuchar y para dialogar. Sobre todo aquellos que buscan innovar y construir a partir de sus ideas y proyectos, ya que mucho del éxito de una idea recae en la capacidad que se tenga para interactuar y aprender de las experiencias de los otros.
En ese sentido es necesario romper el paradigma del silencio, del monologo autocomplaciente y del estereotipo de persona que sólo sigue instrucciones. Lo que hace falta es renovar la manera de comunicarse; de decir, pero sobre todo de escuchar.
En Jóvenes Empresarios CANACO estamos apostándole a romper la interacción que se sustenta en monólogos. Queremos que los empresarios interactúen a partir de reconocer lo valioso que es intercambiar experiencias para cada día ser mejores. También creemos en el diálogo como la mejor forma de comunicación para construir empresas socialmente responsables. Pero, como jóvenes, consideramos que promover el dialogo contribuye a la configuración de una sociedad donde se pueda convivir cada vez mejor.