En la política, no sólo nacional sino mundial, las mujeres han tenido que luchar de manera mucho más determinada para lograr obtener un puesto en el poder. Aunque cada vez se abren más espacios para la representación femenina, aún nos queda mucho por lo cual luchar.
Sin embargo, a nivel internacional hemos conocido grandes mujeres que han obtenido responsabilidades como la dirección de un país que son ejemplo para nosotras mexicanas: Angela Merkel (Alemania), Cristina Fernández (Argentina), Michelle Bachelet (Chile), Dilma Rousseff (Brasil), Laura Chinchilla (Costa Rica), Pratibha Patil (India), Isabel Perón (Argentina). Pero, sin duda, quien ha dejado un gran legado no sólo político-histórico sino en cuestión de imagen es la recién fallecida Margaret Thatcher ex primer ministro del Reino Unido.
Dirigió las riendas de la Gran Bretaña por 11 años, que por el carácter de las decisiones que tomó logró dominar un mundo totalmente masculino, once años durante los cuales ayudó a darle forma a la historia del siglo XX. Conocida como La Dama de Hierro por su fuerza y su dureza personal y política, polarizó una nación porque no daba vuelta atrás en sus decisiones y entre los británicos generó una percepción de extremos: amor u odio.
A Margaret Thatcher se le recuerda por sus logros y por las decisiones que la llevaron a tener muchas opiniones en contra pero se le recuerda también por la gran presencia que tenía. Era una mujer que buscaba a través de su comportamiento, de su toma de decisiones y de su imagen física, proyectar poder y capacidad. Era una mujer calculadora con grandes virtudes masculinas: determinación, obstinación, “mano de hierro.”
Las decisiones que tomó fueron controversiales que le generaron opiniones y percepciones negativas: removió los cimientos de lo que era conocido como el Estado de Bienestar: se enfrentó a sindicatos, se negó a aceptar las peticiones del Ejército Republicano Irlandés durante las huelgas de hambre en 1980-81, vendió bienes del estado (British Airways, British Gas, las firmas de electricidad y teléfonos). También logró despertar el orgullo de un imperio que había ido perdiendo poder tras las guerras mundiales con la recuperación de las Islas Malvinas, fue además una pieza clave para el desmantelamiento de la Unión Soviética, invitando a Gorvachov a Londres y reconociéndole como un hombre con el que puede negociar.
Thatcher fue una mujer sobria, determinada, gran estratega. Entre sus prioridades no estaba “gustar” a la gente. Tenía la firme determinación de ganar pero no a través de una sonrisa. Sabía que necesitaba seguidores pero únicamente le importaban aquellos que comulgaban con las no muy populares decisiones que tomaba.
Hoy, no es posible imaginar un político que busque mantenerse en el poder que no sepa que la forma de hacer política y mantener una imagen pública como lo hizo Thatcher, no es ya efectiva.
La política moderna busca generar empatía de la ciudadanía con el partido o con el político. Sin embargo, en una época en la que estaba dominada por el género masculino “La Dama de Hierro” era respetada, vista con asombro, como una política con convicción, pero decir que la querían no es el caso.