La Colección Andrés Blaisten es uno de los acervos privados de arte mexicano más importantes de Latinoamérica, tanto por su amplitud como por su enfoque curatorial. Surgió en 1978, cuando Andrés Blaisten, empresario y apasionado del arte, comenzó a adquirir obras de manera intuitiva y guiado por la fuerza estética que encontraba en ellas. Su mirada no fue la de un historiador del arte, sino la de un espectador sensible que buscaba obras capaces de dialogar con su percepción personal y provocar una experiencia transformadora. Blaisten apostó por explorar un territorio más amplio, abarcando desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX, con especial atención a las vanguardias, los movimientos modernos y los márgenes del arte oficial.

Con más de 12,000 piezas ,entre pintura, escultura, gráfica, fotografía y objetos, más de 800 artistas representados, esta colección ofrece un retrato multifacético de la modernidad artística en México. En su núcleo principal se encuentran obras de artistas como María Izquierdo, Germán Gedovius, Ángel Zárraga, Julio Castellanos, Alfredo Ramos Martínez, Juan Soriano, Gerardo Murillo “Dr. Atl”, entre muchos otros. Blaisten se propuso no solo reunir obras maestras, sino también contribuir a la visibilidad de figuras olvidadas o marginadas por razones estilísticas, políticas o de género. En este sentido, la colección se convierte en una plataforma de recuperación de “otredades” en el arte mexicano: artistas mujeres, expresionistas, simbolistas o pertenecientes a escuelas al aire libre, cuya obra no siempre fue reconocida por las instituciones oficiales.

Durante su periodo más activo de exhibición pública, la colección encontró sede en el Museo Colección Blaisten, inaugurado en 2007 en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco de la UNAM. Este espacio, de más de 1300 metros cuadrados, albergó una exposición permanente rotativa de aproximadamente 130 obras, acompañadas de una programación curatorial y educativa que buscaba acercar el arte moderno a nuevos públicos. En ese contexto, se ofrecieron visitas guiadas, talleres, conferencias y actividades que hicieron de la colección un recurso pedagógico y de divulgación de alto valor para la sociedad mexicana.

Sin embargo, el convenio con la UNAM no se renovó más allá de 2012, lo que obligó al cierre del museo físico. Desde entonces, las obras permanecen en resguardo privado, aunque su presencia no ha desaparecido del todo. Gracias a la digitalización del acervo y su disponibilidad en plataformas como el Museo Virtual Andrés Blaisten y Google Arts & Culture, cientos de piezas pueden ser consultadas por investigadores, estudiantes y público general, manteniendo viva su capacidad de difusión y acceso. Esta dimensión virtual ha permitido que la colección siga siendo un referente para el estudio del arte mexicano, incluso sin un espacio físico permanente.

Además, la Colección Blaisten ha tenido una intensa circulación internacional. Ha sido presentada en museos de Alemania, España, Japón, Canadá y Estados Unidos, contribuyendo a posicionar al arte mexicano moderno en un contexto global. Una de sus muestras más recientes es la exposición “Arte Moderno de México. Colección Blaisten”, inaugurada en septiembre de 2024 en la Fundación Casa de México en España.

El legado de esta colección no solo reside en la calidad de las obras que reúne, sino en su visión crítica y plural del arte nacional. Al ofrecer una narrativa alterna a la versión monumental del muralismo, Blaisten abrió la puerta para redescubrir la riqueza expresiva de otros lenguajes visuales, así como para valorar trayectorias artísticas muchas veces ignoradas por el relato oficial. Su colección se vuelve entonces un archivo de disidencias estéticas, de búsquedas personales y de sensibilidades múltiples que amplían nuestra comprensión de lo mexicano y de lo moderno.

En un momento en que los museos públicos enfrentan retos de presupuesto, representación y accesibilidad, el trabajo de coleccionistas como Blaisten cobra un valor fundamental. No solo por conservar el patrimonio, sino por dar lugar a nuevas lecturas, preservar la diversidad y abrir espacios (físicos o digitales) para el encuentro entre las obras y la sociedad. Aunque hoy la colección no cuente con una sede permanente, su legado continúa vivo en el imaginario artístico de México, como un puente entre la historia, la sensibilidad individual y la memoria colectiva.

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