La primera vez que el ser humano levantó sus brazos para plasmar el mundo a su alrededor fue hace unos 40.000 años. Lo que hoy conocemos como pintura rupestre era realizado con materiales que tenían a su alcance como tierra, carbón y minerales. Varios de los colores que hoy encontramos en pinturas y en las tiendas de arte tienen su origen en minerales y ciudades, como sucedió con el rojo Pompeya, que fue el primer rojo utilizado cargado de una simbología determinada por la sociedad y producido para uso estético.

La oxidación de los metales cercanos a estas tierras, la erosión y otras acciones mismas de la naturaleza hacen que los distintos minerales se mezclen. Como resultado, obtenemos una gran gama de pigmentos en distintos lugares de la tierra, con variedades tonales diversas.

Los colores tierra de siena son pigmentos que se extraen directamente de la tierra. La ciudad italiana Siena es el lugar que le da el nombre a este tono de café amarillento, que salía de las minas de esta población en la Toscana. Pero el pigmento Siena puede existir en tonalidades desde las amarillas, rojas, naranjas, rosas o incluso verdosas, pero la mas conocida es la de tono amarillento. Sucede que el color de la tierra de Siena se transforma para crear diferentes variaciones de sí mismo, dependiendo de los procesos a los que sea sometido. Un artista que haya usado la tierra en su estado natural habría pintado con el color conocido como Raw Sienna (siena crudo) utilizará un tono más amarillo, mientras que si se calentara la tierra el óxido de hierro se transformaría en hematita para darle un tinte rojo que se conoce como Burnt Sienna (siena quemado) puesto que literal se calienta hasta quemar el pigmento.

Las sienas son un polvo muy fino debido a la sedimentación de la región en que se encuentran, esta característica hace que este pigmento sea traslúcido y al momento de pintar deje una capa delgada, esto permite a los artistas hacer fondos vibrantes o lejanías que aparentan ser distantes y luminosas. Así mismo, otorga la posibilidad de realizar veladuras luminosas que usualmente son utilizadas como color base en las obras de arte durante las primeras capas de pintura.

Desde la época del imperio romano se utilizó este tono de tierra de siena; sin embargo, su uso se popularizó durante el Renacimiento. El siena tomó protagonismo en la paleta de artistas como Caravaggio y Rembrandt, en el siglo XVII, y se convirtió en un común en obras de este período debido a su estabilidad, permanencia y fácil manejo. La primera vez que se hizo mención escrita de este color no fue bajo el nombre con el que hoy en día se le conoce. Giorgio Vassari, escritor, pintor e historiador, fue el primero en referirse a él y lo llamó “terra rossa” o “tierra roja”. A pesar de que Vassari utilizó el color primario para describir este pigmento, también se le conoce como “terra gialla” o “tierra amarilla”.

Aunque este color lleva siglos en uso, no existió documentación de su proceso de extracción en Italia hasta el siglo XVIII y no fue sino hasta 1760 que por primera vez se refirieron a este color como siena, la popularidad de los tonos que ofrecía la tierra toscana no disminuyó y durante los siglos XVIII y XIX la extracción de la materia prima aumentó, convirtiéndose en una actividad económica estable para quienes la practicaban. La demanda por este pigmento superó la oferta cuando en 1940 los depósitos de la Toscana estaban agotados y los fabricantes tuvieron que buscar otras fuentes para producir este color.

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