El color púrpura combina la estabilidad tranquila del color azul y la energía feroz del rojo; este color es asociado con el lujo, el poder, la sabiduría, la creatividad y la magia. Mientras que el rojo aporta intensidad y energía al color, el azul aporta relajación y estabilidad, y juntos hacen del púrpura el equilibrio perfecto de los dos. El color púrpura es un color poco común en la naturaleza y, como resultado, a menudo se considera que tiene un significado sagrado. El Corazón Púrpura se otorga a los miembros de las fuerzas armadas de los Estados Unidos que han sido heridos en combate; en el Tíbet, los rosarios son elaborados de cuarzo amatista, ya que era un color que Buda consideraba sagrado; en países como Ucrania o Egipto es un color que representa la fe y la confianza; el púrpura es símbolo de luto en Tailandia y los viudos o viudas visten ropa de este tono; Irán y Gran Bretaña (se popularizó en la época de los Tudor) asignaron este color a su fervor religioso y para los japoneses significa riqueza y buen posicionamiento económico.
La palabra púrpura viene del latín purpura que es un viejo préstamo del griego “porphyra”, molusco marino llamado múrice del que se obtiene el tinte púrpura rojizo. En el siglo XV, la ciudad de Tiro, situada en la costa de la antigua Fenicia (el actual Líbano), se logró estabilizar la producción de este color y crearon una red de centros de comercio que ayudó a su economía durante miles de años y posicionar al púrpura dentro de varias sociedades como un color de la realeza. El tinte púrpura llegó a ser un color muy codiciado y más caro incluso que el oro, debido a su alta demanda y su costoso proceso de fabricación. La expresión “nacer en púrpura” venía de la costumbre, en la época bizantina, de pintar salas de parto con este color y utilizar sábanas y cortinas durante los nacimientos de los príncipes o princesas, para que éste fuera el primer color que vieran, pues se creía que desarrollarían un gusto exquisito y afinidad para gobernar.
Según descripciones antiguas, este tono púrpura de Tiro, color de la sangre coagulada, se obtenía de dos variedades de moluscos del Mediterráneo, el Thias haemastoma y el Murex brandais. Se abría el caparazón para tener acceso a su glándula hipobranquial, se exprimía para sacar un líquido transparente con olor a ajo, que bajo la exposición a la luz solar primero se volvía amarillo, luego verde azuloso y al final púrpura-rojizo. La combinación de la excreción de ambos moluscos daba un tono estable y brillante de color púrpura, pero para que el color se fijara a las telas o superficies se requería combinarlo con orina añejada por 10 días, ya que el amoniaco que producía hacía que el proceso de estabilización y pigmentación durara por mucho tiempo. Sin embargo, este proceso era terrible para los moluscos, ya que se extraía una o dos gotas de esta tinta por cada espécimen, se necesitaban cerca de 250.000 para fabricar una onza (28.34 gramos) de tinte.
El alto estatus del púrpura no sólo se limitó a occidente, en 1980, el gobierno mexicano permitió el acceso a una empresa japonesa llamada “Púrpura Imperial” para la recolección de moluscos para teñir sus kimonos con el color kin-jiki (un tono de púrpura oscuro con tintes brillosos rojizos o azules dependiendo de la luz del sol). La población mixteca ya utilizaba este caracol para extraer tinte púrpura sin necesidad de matarlos o dañar su ecosistema, pero el método japonés era letal para los caracoles y, al igual que en Japón, la población de estos moluscos entró en peligro y está casi extinta, fue hasta que grupos ecologistas pidieron la prohibición de esta empresa en el territorio mexicano, se dejó de dar caza a este molusco por el codiciado color.