Escarlata es un color intermedio entre un rojo anaranjado a un rojo vibrante casi púrpura; a un nivel más específico, es una coloración roja viva muy saturada que corresponde al color producido por un antiguo colorante textil y también recibe el nombre de rojo carmesí.

Este intenso color rojo, que se inclina hacia el púrpura, está hecho de cuerpos secos de kermes hembras. Estos pequeños insectos, que se alimentan de la savia de los robles de hoja perenne, fueron criados comercialmente para producir tintes y pinturas. El carmesí hecho de kermes pasó a la historia con la introducción del carmín, hecho a base de grana cochinilla. Esto se debió en parte al hecho de que se necesita 12 veces la cantidad de kermes para lograr la misma intensidad del color de la grana cochinilla.

El historiador de arte John Gage establece que el término «escarlata» apareció en el siglo XI en las regiones germanoparlantes de Europa, donde significaba “paño de lana fina de gran valor”. En los primeros textos que aluden a este paño se mencionan “escarlatas” de diversos colores, como negro, blanco (sin teñir), azul y verde; sin embargo, el tinte más costoso de la Edad Media era el rojo intenso del quermés, lo que habría llevado a que la tela llamada «escarlata» fuese teñida principalmente de ese color. De acuerdo con el autor, para el siglo XIII el paño «escarlata» más usual parece haber sido de color rojo intenso, y durante el siglo siguiente el vocablo «escarlata» podía ya significar el color rojo intenso por sí mismo.

El color rojo, en este caso el rojo escarlata, lleva mucho tiempo siendo valorado como el color del prestigio y el poder, pero también ha sido, desde el principio, víctima de lecturas no intencionadas. El nombre mismo, por ejemplo, en un principio no hacía referencia en absoluto a ningún color sino a un tipo particularmente admirado de tela de lana. Desde el siglo XIV, debido a que las telas finas se solían teñir con quermes, por aquel entonces el tinte más brillante y resistente que había, al final la palabra acabó equiparándose al color en sí.

Al igual que el rojo cochinilla, el pigmento de quermes se hacía con el cuerpo de unos insectos tan pequeños que se solían confundir con semillas o granos'. (Plinio, en el siglo 1 d. C., lo describía como “una baya que se convierte en gusano”.) Para fabricar un gramo de este rojo tan valioso, hacían falta unos 80 quermes hembra que se importaban del sur de Europa, lo que hacía que fuera muy costoso, y además se requería habilidad para producir el tono exacto. No obstante, el producto terminado era un pigmento tan brillante y resistente, que los ropajes que se teñían con él se convirtieron en algo sumamente lujoso.

Las crónicas del reinado de Enrique VI, que gobernó Inglaterra en el siglo XV, muestran que un maestro albañil tardaba un mes en ganar lo necesario para comprar una yarda (poco menos de un metro) de tela escarlata de baja calidad.

Se cuenta que Carlomagno, el rey franco que gobernó al principio de la Edad Media, llevaba zapatos de piel roja el día de su coronación como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en el año 800 d. C. Ricardo II de Inglaterra tomó buena nota del detalle sartorial e hizo lo mismo 500 años después. Las leyes dictadas en Castilla y León en el siglo XIII restringían el uso de este color a los reyes. La pelirroja Isabel I disfrutó llevando escarlata cuando era princesa, pero en cambio el color no era apropiado para la reina virgen, así que, tras su coronación en 1558, optó por los tonos neutros como el pardo rojizo, el dorado y el ceniza. Ahora bien, este símbolo de majestad era demasiado potente como para descartarlo del todo: Isabel ideó la treta de vestir a sus damas de compañía y sus criados de escarlata en su lugar, supuestamente para que le proporcionaran un telón de fondo pleno de dramatismo simbólico.

El carmesí hecho de kermes también recibe el nombre de “carmesí natural” para evitar confusiones con el carmín. Después, el carmesí comenzó a ser producido con Alizarin, el primer pigmento rojo de origen sintético. La pintura carmesí Alizarin fue una de las favoritas de Bob Ross, quien lo usaba cotidianamente en su programa de televisión.

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