A menudo se hace referencia al amarillo como el color del sol, símbolo de la calidez y la felicidad. Sin embargo, hay un tono de amarillo que sobresale al resto: amarillo imperial. Durante más de 2 mil años, los emperadores chinos y sus familias utilizaron en exclusiva este color. El amarillo junto con el rojo, el azul verdoso, el negro y el blanco correspondían a la teoría de los cinco elementos chinos, donde cada color está asociado a un elemento, una estación, una dirección, un planeta y un animal.
El emperador se vestía de amarillo, amarillos eran los techos de los palacios imperiales y eran doradas las joyas también. Nadie más que la familia imperial podía usar este color, salvo los monjes budistas que entraban en una categoría parecida. En la obra Chur Qui Fan Lu (copioso rocío de los Anales de la primavera y el otoño) se describe al amarillo como un color poderoso y de abundancia, claramente destinado para los gobernantes; fue entonces que en el año 618d.C. durante los inicios de la dinastía Tang se promulgó la primer ley que prohibía a la población utilizar vestimentas de color amarillo.
El amarillo, tanto en la cultura asiática y también en otras culturas del mundo, se relaciona con el sol y el oro. Los chinos consideran que el amarillo simboliza entonces el calor, la riqueza, la cosecha y la tierra y dispara el pensamiento hacia la alegría, la nobleza, la esperanza y la prosperidad. Todo lo que es bueno en China es amarillo. Se piensa que los orígenes de esta relación con el color se remontan a los antiguos y primeros agricultores del país que, como todo trabajador del suelo, veneraban la tierra.Dentro de la filosofía de Ying y el Yang, el amarillo es la tierra, centro del universo y a su alrededor se acomodan los distintos reinos, cada uno con un color. Por otro lado, las leyendas de dragones siempre hablaron de la sangre amarilla de estos animales mitológicos. El dragón era el centro del universo, el sol, el oro.
El ingrediente clave para obtener este color amarillo similar a la yema del huevo de un pato, era la Rehmannia glutinosa o dedalera china, una planta con flores en forma de trompeta y raíces que parece un betabel alargado de color amarillo. Para lograr exactamente el color deseado, se cosechaban los tubérculos a finales del octavo mes lunar, y luego se amasaba a mano hasta obtener una suave pasta. Hacían falta aproximadamente 1,2 litros de pasta de raíces para teñir una pieza de seda de 4,6 metros cuadrados. El mordiente, que es la sustancia que ayuda a que el color penetre en la tela y así esta no se destiña con el paso del tiempo, había que hacerlo a base de cenizas de árbol de roble, árbol de morera o árbol artemisa, en un caldero que no se oxidara; todas las piezas de seda pasaban por baños de tinte ligeramente diferentes en cuanto a intensidad y mordiente para que quedara un tono amarillo brillante y permanente.
El secreto de la obtención de este pigmento fue celosamente guardado, pero poco a poco su prestigio fue diminuyendo permitiendo a los guardaespaldas personales de la realeza llevarlos en sus uniformes, y en casos poco usuales donde se concedía un título honorable a un súbdito, este podría obtener alguna prenda especial con el cotizado amarillo imperial; sin embargo, la Revolución Xinhai derrocaría a la dinastía Qing, la última de China, donde al igual que el poder imperial el uso exclusivo del amarillo perdió todo el simbolismo e importancia que había mantenido por poco más de un milenio.