El pigmento azul cobalto es uno de los pigmentos más antiguos, con mucha más historia que otros pigmentos que se utilizan hoy en día. Adorado por artistas a lo largo de los tiempos, el azul cobalto es la máxima expresión de la pureza y refulgencia, evocador de misterio y opulencia. El descubrimiento de este precioso color fue tan revolucionario como magistral, en tanto que dio lugar a algunas de las obras de arte más preciadas que existen.
El cobalto no es un elemento químico tan conocido como el oro, el hierro o el cobre. Sin embargo, desde una posición más humilde ha jugado un papel fundamental en la Historia del Arte. En muchísimas ocasiones lo ha hecho desde el más absoluto de los anonimatos, ya que artistas y artesanos lo emplearon sin conocer de dónde provenía ni su forma de extracción.
Pese a que los egipcios fueron pioneros en el uso del cobalto, empezaremos nuestro viaje en Babilonia, donde encontramos la puerta de Isthar, ese acceso monumental que ordenó construir Nabucodonosor II en el s. VI a.e.c. para impresionar e intimidar a cuantos entrasen a la vía procesional de la ciudad. Dragones, toros y leones dorados nos aguardan sobre un fondo de un color azul intenso. En la pared destacan rectángulos de diferentes tonalidades que podrían ser píxeles de una pantalla de televisión. Esas formas rectangulares no son otra cosa que ladrillos, sólo que en lugar de presentar el color natural de la cerámica cocida fueron coloreados mediante la técnica del vidriado. El vidriado consiste en aplicar sobre la cerámica una pasta que en el proceso de cocción se funde y adquiere aspecto cristalino; este proceso no sólo se aumenta la belleza de la pieza, sino que se reduce la porosidad del objeto, haciendo que sirva para albergar o repeler líquidos.
este pigmento de azules vibrantes fue perdiendo popularidad no por asuntos relacionados con su calidad sino a los relacionados con el alto costo de extracción y comercialización , además que cuando empezaron a surgir nuevas alternativas más baratas y suficientemente buenas, empezó a quedar relegado.
El azul es un color bastante huraño, la naturaleza nos regala pocos elementos de este color, lo que ha conducido al ser humano a una lucha exhaustiva para poder plasmarlo en obras de arte. Una de esas batallas se venció en la Francia del s. XII. En Sant-Denis el abad Suger supervisa la construcción de un templo que sentará las bases de un nuevo estilo arquitectónico y cuya protagonista absoluta será la luz: el gótico.
Los techos de los edificios se elevarán hasta el cielo y gracias a los avances técnicos se abrirán ventanales enormes que, cubiertos con vitrales de colores, permitirán crear una atmósfera mística. El uso de vitrales ya se documentaba desde Bizancio en el s. VII, pero es en el gótico donde alcanzó su máximo esplendor. Sin embargo, los artesanos tenían dificultades enormes para obtener vidrios azules. Tanto es así que los que tenían el conocimiento para lograr este color mantenían un secreto que se transmitía de generación en generación. Guardaban con celo absoluto una substancia procedente de minas desconocidas que, añadida durante la elaboración del vidrio, proporcionaba el ansiado azul. Se trataba, obviamente, de óxidos de cobalto. El azul de las vidrieras se hizo tan célebre que adquirió nombre propio. Lo tomó de la catedral gótica donde este arte alcanzó su cenit: Chartres.
Pese a la falta de conocimientos, aquella gente con su metodología de prueba y error estaba realizando algo que bien podría ser investigación de nuestro siglo: el uso de nanopartículas. Efectivamente, el azul de Chartres debe su color a la interacción de partículas de escala nanométrica con la luz. Como la longitud de onda de la luz y la de las partículas de cobalto son similares, suceden ciertos fenómenos físicos que explican la aparición del color azul. En un ejemplo más visual, las alas de una mariposa azul (Morpho Azul) están hechas como si fueran techos de casas con teja, donde pequeñas escamas transparentes van escalonadas pero el grado de inclinación de estas escamas y la forma en la que refractan la luz rebota un destello azulado.