Para el ingreso a los programas de posgrado en la Facultad de Ingeniería de la UNAM, en 1978, según la maestría a elegir, se establecían los pre-requisitos necesarios que se debían acreditar relativos al conocimiento, así como los requisitos de acreditar el conocimiento de otras asignaturas, lo cual se podía llevar a cabo antes o después del mismo ingreso; evidentemente, también se solicitaba la documentación necesaria, como el certificado de estudios de licenciatura y el título profesional al momento se formalizar la solicitud de inscripción. Actualmente se sigue requiriendo examen de admisión para el ingreso, entre otros.
Para mi ingreso a la maestría en mecánica de suelos que se impartía en la UNAM en 1978, además de acreditar los pre requisitos de estática y resistencia de materiales, también acredité los requisitos de conocimientos en matemáticas y dinámica, así como de dominio básico del inglés.
Una vez admitido para llevar a cabo la maestría, solicité beca al Conacyt, la cual me fue concedida y cubría un periodo de dos años estimados para la conclusión del programa para alumnos de tiempo completo.
Había varias decenas de aspirantes a ingresar, pero únicamente se aceptaba a quienes acreditaban los conocimientos necesarios, por cierto, quienes logramos la admisión en el primer semestre de 1978 (18 colegas), teníamos la licenciatura en ingeniería civil y la mitad provenía de diferentes entidades del país y la otra de universidades de Centro y Sudamérica.
Durante mi estadía en el posgrado, pude observar que también existían algunos alumnos de países europeos, uno provenía de Yugoslavia, con quien tuve cierto trato durante varios años, aún después de mi egreso.
Considero oportuno compartir con los lectores, que la exigencia de dedicación a los estudios de mecánica de suelos era plena, mucho más intensa que la que viví estudiando ingeniería civil, lo cual redituó en una gran experiencia académica, en aprendizaje, disciplina y formación para la investigación y la docencia, así como para la práctica especializada.
Me fue posible observar la buena afinidad con mis compañeros de estudio, la generalidad habían sido excelentes egresados de la carrera de ingeniería civil en sus instituciones de origen, la mayoría contaba con beca para los estudios de posgrado.
En el posgrado en la UNAM tuvimos excelentes profesores, en su mayoría, para lo cual puedo citar a los doctores Eulalio Juárez Badillo, Leonardo Zeevaert Wiechers, Raúl Flores Berrones, Abraham Díaz Rodríguez y Neftalí Rodríguez Cuevas, entre otros, egresados de universidades de gran prestigio como la misma UNAM, así como de los Estados Unidos, tal es el caso de Harvard y el MIT.
La carga académica normal en la maestría era cursar de tres a cuatro asignaturas por semestre, para concluir los estudios en dos años. Cada asignatura tenía un valor en créditos relacionado con las horas de cátedra que se impartían a la semana; 6 créditos en una materia significaban un par de clases a la semana de hora y media cada una, las materias con 9 créditos correspondían a cuatro horas y media por semana; se requería completar 68 créditos para concluir la maestría, entre otros requerimientos. (Continuará)
Ex rector de la UAQ