En México se tienen Instituciones de Educación Superior de carácter público, entre otras, las cuales se administran, financian y dirigen directamente por el gobierno federal y en cierta medida por parte de los gobiernos estatales; también llegan a recibir apoyo económico de la iniciativa privada y de sus patronatos (cuando se tienen). Los directores o rectores de estas instituciones son designados fundamentalmente por el gobierno estatal o federal.
Si bien existen diversas condiciones en la conducción de las IES públicas o privadas, en la mayoría de los casos se comparten retos, propósitos y aspiraciones de superación.
En general, para el cumplimiento de las metas institucionales, en todas se tiene el reto de contar con el financiamiento necesario para hacer viables los desafíos que se plantean.
Las universidades autónomas, como es el caso de la UAQ, si bien tienen la facultad de administrarse y gobernarse a sí mismas, ello no significa que estén ajenas a los planes de desarrollo que se presentan en el estado o a los que establece el gobierno federal. Las universidades instituyen sus planes, observando el entorno de necesidades locales, nacionales y globales.
Los cambios en la administración gubernamental son un marco de referencia para las universidades el cual resulta variable, según las tendencias políticas y económicas del gobierno en turno; ciertamente, los gobiernos que tienen el verdadero propósito de mejorar la calidad de vida de su población, son capaces de dar continuidad a aquellas políticas y planes trazados previos a su gestión (administraciones que les anteceden), buscando asegurar el desarrollo, la prosperidad y la unidad nacional.
Cabe recordar parte del mensaje que expresé en mi sexto y último informe de gestión como rector de la UAQ, en el cual cité: “Nuestra universidad no inició conmigo ni concluye con el cambio de rector, me ha correspondido construir aprovechando el legado de quienes nos han precedido”
Ha sido notorio el progreso de la Universidad Autónoma de Querétaro, en todos los ámbitos, desde su creación como Colegio de San Ignacio de Loyola en 1625, su paso por el tiempo como Colegio Civil, luego Universidad de Querétaro y la actual Universidad Autónoma de Querétaro.
Al inicio de mi gestión como rector de la UAQ en 1994, se tenían del orden de 17 mil estudiantes, actualmente son cerca de 34 mil. Eran pocos los profesores que tenían grado de doctor al principio de mi administración, ahora casi todos los profesores de tiempo completo tienen el grado de doctor y la mayoría son investigadores.
En el Plan de Desarrollo Institucional en mi gestión, se estableció como una de las prioridades académicas, apoyar la obtención del grado de maestría y doctorado para todo el personal académico, así como requerir preferencialmente el grado de doctor para el nuevo personal académico a ser contratado de tiempo completo, teniendo como marco de referencia los retos institucionales. Puede observarse que este desafío se ha sostenido por las administraciones que me han sucedido.
Para muchas de las universidades autónomas mexicanas y en varias IES públicas y privadas este reto ha sido compartido y en buena medida se ha realizado.
Continuará.