En diversos artículos presentados en esta sección así como en foros diversos que se han llevado a cabo sobre el agua, tanto en Querétaro como a nivel nacional, en los que quien aquí escribe ha tenido participación activa, se ha analizado la problemática asociada al abastecimiento de agua para la población y su uso agrícola e industrial. Asimismo, se ha tratado sobre las inundaciones, abatimiento de los acuíferos y el fenómeno de subsidencia (hundimiento del terreno por extracción de fluidos, como el agua); se ha abordado la problemática de la contaminación del agua superficial y de acuíferos por la acción humana, además del reto por avanzar en el uso racional del recurso hídrico, tratamiento y reúso. Como puede verse, el tema es vasto, de prioridad creciente y apremiante.
Estimo pertinente compartir con los amables lectores de este espacio de opinión de EL UNIVERSAL Querétaro, un recuerdo de hace casi tres décadas, cuando asistí a una reunión en las oficinas de la Comisión Estatal de Aguas (CEA), siendo vocal ejecutivo en aquel entonces el ingeniero Emiliano Rodríguez Briseño. En esa reunión estaba presente, entre otros, el doctor José Llamas, profesor de la Universidad Laval, (Quebec, Canadá), estudioso en el campo de la hidrología y que colaboraba con la UAQ como profesor investigador visitante. Uno de los asistentes a dicha reunión de trabajo sugirió la posibilidad de construir pozos de absorción para recargar el acuífero sobreexplotado de la ciudad de Querétaro; en respuesta, el doctor Llamas señaló que resultaba poco sensato invertir en obras para forzar la recarga de agua de los acuíferos para luego extraerla, que lo mejor sería aprovechar lo más posible el agua superficial derivada de las lluvias. Para nuestra ZMQ, el agua superficial que podría tratar de aprovecharse es la proveniente de los escurrimientos que producen las lluvias, la que se genera en nuestra porción de la Cuenca Lerma Chapala, que abarca cerca de 2 mil 500 km2 del territorio estatal. Evidentemente, me pareció sumamente acertada la apreciación del doctor Llamas, que comparto y he sostenido en toda oportunidad que se presenta.
Sin embargo, existen diversas limitaciones para el aprovechamiento del agua superficial de nuestra cuenca, la que drena a nuestra ZMQ. Las presas se presentan parcialmente azolvadas con los sedimentos acumulados; por ejemplo, la presa Santa Catarina (junto a la comunidad del mismo nombre), fue construida con una capacidad de almacenaje de 14 millones de metros cúbicos y actualmente dispone de menos del 50% de esa capacidad, a causa de los azolves; la presa El Cajón en Juriquilla está casi totalmente azolvada. Ambas presas mencionadas entregan sus escurrimientos al dren del arenal que pasa a un lado de Jurica y por la Zona Industrial Benito Juárez. Podrían mencionarse muchas presas más, además de bordos de relativa importancia. La infraestructura hidráulica de la región podría mejorarse, representa una de las opciones a considerar, lo cual, entre otras ventajas, permitiría mitigar el problema de las inundaciones. Obviamente las aguas superficiales, para ser incorporadas como agua potable en beneficio de la población, requerirían tratamiento para eliminar su contaminación.
Otra alternativa de abastecimiento para la ZMQ se encuentra en aguas de la zona del municipio de Amealco de Bonfil; podrían conseguirse varios millones de metros cúbicos al año, con la ventaja de que esa región tiene mayor elevación que nuestra ZMQ, es decir, no requeriría energía eléctrica, sino que podría generarla, construyéndose la infraestructura necesaria. Se entiende que existen acuerdos con la Comisión Nacional del Agua, pero podrían revisarse y replantearse.
Minimizar las fugas en la urbe es otra acción relevante e ineludible que debe llevarse a cabo.
Ex Rector de la UAQ. zepeda@uaq.mx