En América Latina, de acuerdo al QS Latin America University Rankings 2023, de la firma Quacquarelli Symonds, indica que entre las diez mejores universidades se encuentran dos mexicanas, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Tecnológico de Monterrey (ITESM); asimismo, la Pontificia Universidad Católica de Chile (UC), la de Sao Paolo (USP), Brasil y la Universidad de Chile, se ubican en el primero, segundo y tercer lugar, respectivamente.
Esta clasificación se basa en la evaluación del prestigio académico de la institución, en empleabilidad de sus graduados, la cantidad y relevancia de las publicaciones y citaciones científicas, así como su apertura a la cooperación internacional en investigación (https://is.gd/4vom1N).
Existen diferencias notorias entre las universidades de América Latina respecto a las de Estados Unidos y Canadá, resalta la relativa a las capacidades financieras. Los presupuestos disponibles son significativamente mayores en las universidades de Estados Unidos o Canadá, comparativamente con las de América Latina; en estas condiciones, el presupuesto por alumno (per cápita) es sensiblemente inferior en las universidades de América Latina.
En las universidades de Estados Unidos existen, además de los financiamientos gubernamentales, importantes donaciones de la iniciativa privada, fundaciones y por parte de sus egresados.
También se registran donaciones relevantes a las universidades en América Latina, tal es el caso, a manera de ejemplo en México, con la creación del Colegio de San Ignacio de Loyola en 1625, antecedente de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ); este Colegio fue la quinta institución de Educación Superior instaurada en el Virreinato de la Nueva España. El Dr. Diego de Barrientos junto con su esposa Doña María de Lomelí, donaron los recursos necesarios para su establecimiento y sostenimiento; posteriormente, Don Juan Caballero y Osio en 1680 realizó una nueva donación para su reedificación y para la fundación del Colegio de San Francisco Javier.
De manera semejante, muchas universidades cuentan con el apoyo financiero de fundaciones u otro tipo de organismos benefactores para los propósitos educativos, lo cual complementa, en diversas proporciones, el financiamiento universitario. En las universidades públicas de América Latina, la mayor proporción de su financiamiento normalmente proviene de del gobierno.
En las universidades privadas, las principales fuentes económicas se originan en las cuotas de inscripción que tienen que pagar los alumnos; asimismo, también reciben donativos para su instalación y para el cumplimiento de sus propósitos.
La capacidad económica que tienen las universidades de América Latina y las correspondientes a los EU y Canadá, no significa que los egresados de las mejores universidades latinoamericanas se encuentren en desventaja para el ejercicio de su profesión (licenciatura, maestría o doctorado), cuando se toma en cuenta su nivel de preparación y capacidad.
La inversión que realiza una nación en sus universidades, será de gran ventaja para su desarrollo y competitividad. (Continuará)