Las mejores universidades ofrecen una contribución transcendental para el desarrollo de los países a que pertenecen y también para el mundo, su actividad genera una gran diversidad de beneficios de toda naturaleza, tanto para sus egresados, sus familias, su región y la humanidad en general.

Sin lugar a duda, la educación de calidad es un rubro toral para asegurar el progreso socio económico de un país y de su población, invertir en ella, desde su nivel básico hasta el universitario con sus programas de licenciatura, maestría y doctorado, brinda mayor certidumbre de alcanzar el mejor desarrollo tanto individual como colectivo, es decir, la población en su conjunto.

El desarrollo científico, la tecnología y la innovación (CTI) deben ser apoyados tanto por el sector público como por el privado, para lograr competitividad y generar riqueza, así como su mejor distribución.

Los estudiantes que desean ingresar a las universidades, con la mayor certeza en un mejor futuro, buscan las mejores opciones; asimismo, las mejores universidades compiten por el ingreso de los mejores aspirantes, lo cual brinda enorme posibilidad de éxito de sus egresados. Por ello, puede comprenderse la relevancia de los exámenes de admisión que realizan las universidades, entre otros requisitos académicos.

Como anécdota a compartir, relativa a los factores que influyen en los resultados de los estudiantes, hace varias décadas, en una reunión organizada por la Sociedad Mexicana de Mecánica de Suelos (hoy Sociedad Mexicana de Ingeniería Geotécnica), un alumno cuestionó al Dr. Leonardo Zeevaert Wiechers (profesor de División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Ingeniería de la UNAM) sobre la desventaja de los alumnos de bajos recursos económicos para tener buenos resultados en sus estudios, a lo cual contestó el Dr. Zeevaert, que en su experiencia había tenido muchos alumnos de escasos recursos económicos, quienes habían logrado excelentes resultados académicos y éxito en su desempeño profesional, por lo cual realizó la analogía siguiente: Para obtener una buena cosecha se requiere buena semilla (el alumno), un suelo fértil y buen clima (ambiente propicio e infraestructura), así como el buen desempeño del agricultor (el profesor).

Para lograr que una universidad se ubique entre las mejores de su país y del mundo, se requiere esfuerzo sostenido, criterios académicos de admisión de aspirantes, inversión en infraestructura material y humana, planes y programas de estudio pertinentes, evaluaciones internas y externas a la institución con criterios de calidad global, evaluación de los profesores y concursos de oposición para su contratación, apoyo de la sociedad (incluido el sector privado) y del gobierno, así como visión de futuro en un ambiente de libertades.

Entre las actividades prioritarias de las mejores universidades, está necesariamente la CTI; asimismo, formar profesionistas y posgraduados competitivos en la escala global, capaces de laborar y desarrollar en sus propias regiones, en su país y en cualquier otro. Además, deberán tener una formación que les comprometa en beneficio su país (la población) y de la humanidad, como ciudadanos del mundo. (Continuará)

Ex rector de la UAQ

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