Desde hace más de diez años se han notado en México tendencias que promueven la realización de pozos de absorción, con la intención de abastecer los acuíferos que en muchas regiones de la nación se encuentran sobreexplotados, en zonas urbanas y también en regiones agrícolas. De hecho, ya se han llevado a cabo estas obras en varias ciudades, tal es el caso de la Ciudad de México, sin embargo, existen muchas razones para advertir sobre los riesgos de contaminación del agua subterránea por dichas acciones.
En el Distrito Federal, el Gobierno de Marcelo Ebrard apoyó la construcción de pozos de absorción y el actual titular del gobierno, Miguel Mancera, también lo está haciendo, con el propósito de infiltrar aguas pluviales en los acuíferos, reconociendo el inconveniente de infiltrar aguas de la zona urbana, por la evidente contaminación que sufren.
Ramón Aguirre, titular de Sistema de Aguas de la Ciudad de México, en 2009, expresó que la utilidad real de los pozos de absorción es discutible y que la política para realizar pozos de absorción tendría que llevarse a cabo en zonas de suelos de conservación, lo cual fue presentado en una reunión que sostuvo ante el Senado de la República. Por su parte, especialistas de la Sociedad de Ingeniería Mexicana pidieron al Gobierno Capitalino poner énfasis en ese reto, el de aprovechar el agua de lluvia para la recarga de acuíferos. En ese año se declaró la pretensión de construir 500 pozos de absorción, la inversión que se consideró en su momento fue de millón y medio de pesos por cada pozo y también se está investigando la potabilización de aguas residuales para luego inyectarlas al acuífero.
En la percepción técnica y ambiental de quien aquí escribe, si se lograse una potabilización del agua residual con la calidad necesaria, con todas las exigencias del caso, lo recomendable sería reutilizarlas en la misma superficie, no tendría cordura darle al agua la calidad de potable para luego inyectarla al subsuelo. Las aguas residuales contienen una gran diversidad de contaminantes, algunos peligrosos, substancias orgánicas y químicas de diferente carácter, incluidos los fármacos, pesticidas y aceites, por citar algunos. A su vez, las aguas que escurren, producto de las lluvias, frecuentemente se mezclan con las negras de las zonas urbanas, cuyos drenajes sanitarios desbordan las alcantarillas cuando se presentan lluvias intensas.
También existe contaminación en los escurrimientos derivados de la actividad agropecuaria, que afectan arroyos, ríos y reservorios en casi todo el planeta, con una carga orgánica contaminante derivada de los fertilizantes y plaguicidas que se manejan en la agricultura, así como a causa de descargas de aguas residuales en las comunidades.
En la ciudad de León, Guanajuato, se promovió, desde hace más de diez años, que los nuevos desarrollos inmobiliarios construyeran pozos de absorción para infiltrar sus aguas pluviales, sin contar con criterios técnicos apropiados y de control para administrar los riesgos que conlleva tal medida.
En Querétaro se ha considerado aprovechar las aguas pluviales para que, mediante pozos de absorción, se alimenten nuestros acuíferos, se escucha bien, pero es riesgoso y poco factible. Cuando se presentan las lluvias los volúmenes de agua a manejar suelen ser cuantiosos, tan es así, que hemos padecido las consecuencias de las inundaciones, no se tendrían condiciones para garantizar la infiltración de grandes volúmenes de agua con la calidad indispensable y en tiempo muy breve. El agua de los escurrimientos siempre tendrá diversos contaminantes, por lo cual su infiltración inmediata, sin el tratamiento previo y la certeza de su calidad, resulta más un peligro que un beneficio a nuestros acuíferos.
Procurador del Medio Ambiente de Querétaro