En 1952 el Lic. José Vasconcelos, abogado, filósofo y político, otorgó a la UAQ el lema "Educo en la verdad y en el honor" que desde entonces es uno de los símbolos distintivos de la Universidad Autónoma de Querétaro, estampado en su escudo, lo que tiene un enorme significado. El mismo Vasconcelos, quien fuera Rector de la UNAM en 1920 y primer Secretario de Educación Pública durante la presidencia de Álvaro Obregón, también es el autor del escudo y lema de esta primera Institución de Educación Superior (IES) en México, “Por mi raza hablará el espíritu”.

Los lemas otorgados a ambas IES tienen un significado humanista, el relativo a la UAQ destaca un principio filosófico, ético, el cual sirve de guía en la relevante responsabilidad que tiene encomendada la UAQ, educar.

Hace cerca de veinte años, siendo Rector de la UAQ quien aquí escribe, fui invitado a impartir una conferencia en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Querétaro, con el tema que es el propio lema de la UAQ, "Educo en la verdad y en el honor". Se reflexionó sobre la verdad y el honor, así como su trascendencia de una labor educativa que logre contribuir a formar profesionistas y ciudadanos honestos, que sirvan para construir un México en el que el desarrollo y todo desempeño estén sustentados en principios éticos, así como impulsar a toda la población para que asuma en cada acto y quehacer de su vida la honestidad, como algo inquebrantable, en el servicio público, en la labor privada y en la política.

Recuerdo que en aquella conferencia impartida se ofreció el espacio para las preguntas de los asistentes, una de ellas se refirió a que si siempre deberíamos decir la verdad. Con relación a dicho cuestionamiento, respondí que, en esencia, siempre debemos apegarnos a la verdad, pero también es menester que la verdad sea aprovechada para generar el bien, no en el camino opuesto. En ocasiones puede resultar más oportuno el silencio prudente, pero nunca debemos favorecer la mentira o el engaño ni la perversidad, el afán destructivo. La verdad incluye la honestidad, la buena fe y la sinceridad humana.

La verdad, ante la exigencia de justicia, será indispensable expresarla en toda su magnitud, podrá tener consecuencias, y será necesario hacerla valer.

En las más de tres décadas que tengo en la vida académica, como maestro y funcionario universitario, no he dejado de inculcar en quienes me escuchan, estos principios filosóficos, porque en ellos está una de las claves para constituir una sociedad honesta, de trabajo y compromiso social.

Un estudiante debe realizar sus estudios honestamente, con dedicación, cumpliendo la encomienda y demostrando su avance en las evaluaciones correspondientes que le indican sus maestros; nunca entregará la tarea, asignada para realizarse independientemente por cada alumno, tomando la elaborada por otro, es decir, no deberá copiar la tarea de otro compañero y presentarla como propia, porque eso es fraudulento. Tampoco deberá copiar durante los exámenes que son evaluaciones individuales, sea o no vigilado por el profesor.

Un maestro está obligado a realizar su actividad con plenitud, comprometido a educar con el ejemplo, preparando bien sus cátedras, actualizando sus conocimientos, cumpliendo cabalmente con su asistencia, exponiendo con claridad los temas de su asignatura y los contenidos de la misma, motivando e impulsando la creatividad y evitando el dogmatismo, evaluando de manera justa a todos y cada uno de sus alumnos, asignando la calificación fidedigna que haya logrado el alumno, sin prejuicios, favoreciendo una relación y una comunicación respetuosas. El profesor no debe manipular a sus alumnos, con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses impropios.

Ex Rector de la UAQzepeda@uaq.mxjalfredozg@yahoo.com.mx

Google News