A raíz de la pasada “elección” de integrantes del Poder Judicial de la Federación, viene la reflexión obligada de sí este ejercicio fortaleció o debilitó las bases democráticas que sostienen el sistema político y de gobierno en nuestro país, con un porcentaje de asistencia a las casillas de apenas el 13.32 por ciento de la lista nominal, contra el 7.11 que se dio en un ejercicio similar en cuanto a una consulta popular y que fue para sí se debería o no edificar el Aeropuerto de Texcoco y un 17.77 en lo que fue la denominada Revocación de Mandato, mientras que para elecciones federales como la diputados federales, la más baja ha sido de 41.32 por ciento en 2003 y la presidencial con un 58.55 en la elección de 2006.

Por eso, el dicho que “…el pueblo fue el que eligió”, está muy distante de la realidad, ya que el en casi 90 por ciento, si tomamos los votos nulos o inutilizados, rechazó este ejercicio, que también estuvo viciado por la intervención de los partidos políticos y de los distintinyos órdenes de gobierno, que indujeron al voto y sólo así son quienes resultaron beneficiarios para ocupar un asientos en los distintos espacios del Poder Judicial.

Desde luego para que un régimen político deba recibir el título de democrático, por lo menos debe tener la concurrencia de tres elementos, a decir, el reconocimiento real de los derechos humanos tanto individuales como sociales, reconocimiento de los derechos políticos para que de manera libre y responsable intervengan en la conformación de los órganos de gobierno y fundamentalmente la operación de un sistema legal que garantice por parte del poder público a los derechos humanos y los derechos políticos.

Hay que recordar también la democracia no puede darse donde no haya una sana convivencia entre mayorías y minorías, en donde ambas respeten los derechos humanos y políticos de quienes integramos la comunidad. Por lo tanto no se podría hablar de democracia, donde hay poder omnímodo construido con mayoría ratificables, obtenidas no por el voto sino mediante presiones y argucias, y que con ello aplastan al propio pueblo y sus opositores.

Pero también no puede haber democracia, en donde quienes hoy estamos en minoría, renunciamos a nuestros ejercicios políticos y dejamos de ejercer el derecho a disentir, pero junto con la sociedad debemos unirnos por que juntos somos mayoría y debemos hacer una gran alianza, para recuperar el rumbo de nuestro país de cara al proceso electoral que está a poco menos de dos años que habremos de vivir, consientes que debemos asumir esa responsabilidad de cara a la presente y futuras generaciones que aspiramos a vivir un México con libertad y desarrollo.

Para ello los partidos con registro nos aprestamos a ello, sin soslayar que existen en formación lo que podrían ser futuros partidos políticos.La presencia de los partidos políticos es un bien necesario para la marcha democrática de un país, pero una de las grandes faltas que las que podemos estar cayendo, es en enturbiar los ejercicios ciudadanos como han sido la iniciativa popular, la revocación de mandato y la recién elección del poder judicial, sin dejar libre a los ciudadanos que definirán por sí mismo.

La pasada “elección judicial” nos dejó grandes enseñanzas que hay que aprovechar para mejorar los métodos de elección y para ello el Partido Sección Nacional se apresta para presentar una propuesta legislativa, que pretende fortalecer y o debilitar aún más al Poder Judicial y ojalá para ello cuente con la participación de las otras fuerzas políticas por el bien de México y para restablecer lo que considera ya resquebrajadas bases de un régimen democrático.

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