José Alfredo Botello Montes

Nadie sabe lo que tiene, hasta que lo ve perdido

Para dotar agua potable a 300 colonias fueron necesarios trabajos científicos, de ingeniería y financieros

Uno de los más importantes proyectos de infraestructura, desarrollo humano y social, ha sufrido las inclemencias de la “politiquería”, por parte de los opositores del todo o nada, no obstante de tener el visto bueno de la Comisión Nacional del Agua, la Secretaría de Hacienda e incluso comentarios de la viabilidad por la propia Presidenta de la República, que sigue en la cancha de la legislatura, esperando la decisión de los diputados locales. Me refiero al Proyecto “El Batán” que fuera propuesta, con sustento científico y financiero por la actual administración .

Lo que se pretende con este proyecto es realizar lo que hoy la naturaleza realiza, en lo que es el venero conocido como “El Infiernillo” que se encuentra en territorio del municipio de Cadereyta, a un costado de la presa Zimapán que es una hidroeléctrica, operada por la Comisión Nacional del Agua y la Comisión Federal de Electricidad, que se proveen ambos sistemas de los escurrimientos por lluvia y drenaje, del agua que proviene de la Ciudad de México, Estado de México, cruza parte del Estado de Hidalgo en colindancia con Querétaro, para finalmente ser depositada en la presa o emerger en el venero de donde se toma el agua del denominado Acueducto II.

Y digo que la naturaleza hace su tarea, porque mientras el agua llega “cruda” directamente llega a la Presa Zimapán, la que emerge del venero o manantial conocido con “El Infiernillo”, la naturaleza ha hecho su tarea en las corrientes subterráneas que le alimentan para tratarla y dárnosla sin sedimentos y lista para potabilizarla, para posteriormente conducirla por gravedad a la zona metropolitana de la ciudad capital y con lo cual se le el servicio a quienes habitamos en más de 300 colonias.

Para dotar del servicio de agua potable a esas 300 colonias, fue necesario realizar trabajos científicos, de ingeniería, estructura financiera y contar con el apoyo de todas las fuerzas políticas representadas en el estado para hacerlo realidad, independientemente del trabajo cotidiano que se tuvo que realizar durante la construcción, edificación y operación de la obra, ya que primeramente fue construir una presa derivadora, de ahí bombearla a poco más de 800 metros de altura, para depositarla en la presa receptora en la comunidad de San Javier en Cadereyta, de ahí a una planta potabilizadora y de ahí traerla por gravedad poquito más de 100 kilómetros, que pasa comunidades, ejidos, derechos de vía, zonas rurales, urbanas y atravesar con un gran túnel que se tuvo que realizar a la mitad del macizo del Cerro del Doctor en la colindancia de los municipios de San Joaquín y Cadereyta.

Recuerdo que cuando le dije al gobernador Paco Garrido que no le tocaría poner en funcionamiento de la obra, contestó lo más importante es tomar la decisión, iniciar su construcción y los más importante que es fondearla, por lo que no tuvo problema de ninguna índole para concluirla y ponerla en operación, convirtiéndose en la obra más importante de agua potable en el sexenio de Felipe Calderón.

Hoy ante el suspenso de operación del Acueducto II la falta de suministro del vital líquido, nos damos cuenta del lo que significa esta obra y lo que podría aportar el “Sistema Batán” que hoy está detenido y a expensas de lo que resuelvan los diputados locales.

Si se pierde esa gran oportunidad para resolver el problema de agua que se prevé dé sustento por lo menos a 30 años -sino es que más-, se estaría perdiendo una oportunidad extraordinaria, de ahí la frase que dice “nadie sabe lo que tiene, hasta que lo ve perdido”,

La diferencia con el Acueducto II sería, que hoy lo que hace la naturaleza en ese sistema, se estaría realizando con tratamiento en base a la ciencia, como ya se hace en sistema Cutzamala y Zapopan.

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