El pasado 29 de abril el presidente Trump cumplió sus primeros 100 días al frente del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, que prácticamente se puede considerar como el arranque de este su segundo periodo gubernamental y que se podría decir plagado de claroscuros, tanto en lo económico como en la geopolítica y que por tratarse de la potencia que es el país que gobierna, repercute incluso en el ámbito mundial.
La principal característica de ese gobierno es una agenda política basada en la centralización del poder desde el Ejecutivo, reformas estructurales en la administración pública, políticas migratorias restrictivas y política económica proteccionista, lo que como ya lo refería ha generado tensiones, críticas por ostensibles excesos de poder y la incertidumbre incluso sobre el rumbo de la democracia tanto al interior como al exterior del país.
Como buen populista ha echado mano de las “órdenes ejecutivas” de las que ha firmado, si no tengo mal las cuentas, 143 en estos primeros 100 días, superando a cualquier mandato, incluyendo al que tuvo por primera ocasión. En cuanto al cambio de las estructuras de gobierno, la está realizando con la creación del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) dirigida por Elon Musk y desde donde se ha impulsado los recortes en la burocracia federal.
Otra de esas acciones tenemos la política migratoria restrictiva, convertida en emergencia nacional en la frontera, por lo que se han reanudado las deportaciones masivas y se ha intentado restringir el derecho de los nacidos ahí pero de padres migrantes a obtener su nacionalidad, aunque esto enfrenta desafíos legales,
Por lo que ve a la política proteccionista, se refleja en la imposición de aranceles que ha generado inestabilidad en los mercados y ha contribuido a una disminución en la aprobación presidencial que ya lo sitúa en un 40%.
Una de las fortalezas de los Estados Internacionales, sin lugar a dudas son las Relaciones Internacionales, sin embargo la política exterior de “America First” ha ocasionado un alejamiento del liderazgo tradicional de los Estados Unidos, y en sus acciones ha dado prioridad a acciones unilaterales sobre estrategias de cooperación multilateral, incluso con sus aliados históricos y que al replegarse posibilita la apertura de espacios para que Rusia y China amplíen su nivel de influencia en el ámbito Internacional.
Todo ello aunado a varias medidas controversiales y simbólicas, como el indulto a más de 1,500 personas procesadas por el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021, a quienes el presidente calificó como patriotas y rehenes del sistema judicial. Así como el congelamiento de más de 2,200 millones de dólares en subvenciones a la Universidad de Harvard, y esta medida afecta a otras universidades también.
De todo esto no nos queda más que recordar a Manuel Gómez Morín, cuando en 1941 refería con respecto a la política exterior lo siguiente: “No estamos ni debemos estar aislados. La historia y la cultura, la geografía y la economía, nos vinculan, nos condicionan y nos obligan. Una política internacional es justamente eso: el conocimiento de los lazos, de las condiciones y de las obligaciones de la nación, su aceptación con decoro y el aprovechamiento de esos vínculos, deberes y supuestos, para garantizar la vida independiente de la patria y la prosperidad, y con ello la posibilidad misma de lograr interiormente vigorosa organización y de dar colaboración eficaz y valiosa en las empresas de justicia y de paz para la comunidad internacional”.
México debe presentar un frente común, para lo cual se requiere el concurso de todos los mexicanos, únicamente hace falta que haya un liderazgo que convoque a todos, pero de no ser así, en todo caso será la sociedad civil organizada la que de manera natural se abrazará para tomar una sólo causa y que es ¡Cuidar México! ¡Cuidar Querétaro!