Sin que esta colaboración se convierta en una enumeración de mis colecciones, algunas de ellas dignas de cualquier coleccionista bizarro, sí debo reconocer que en algún momento a lo largo de mi vida he coleccionado, fechas, números peculiares, tazas, llaveros, eventos (con registro fotográfico y todo) y aprendizajes, todos ellos sumamente interesantes y en muchas ocasiones atesorables.

Dentro de esas colecciones, se encuentran los lugares que he visitado, las personas que he tenidos oportunidad de escuchar, aquellas con las que he convivido y con quienes he trabajado, los proyectos concluidos y también una cantidad nada pequeña de fracasos -a los que prefiero llamarles lecciones o aprendizajes-.

Sin embargo, muy recientemente, en mi trayectoria como servidor público no había tenido oportunidad de vivir la cercanía de compartir los resultados que una administración a través de sus miles de funcionarios públicos ha alcanzado. Y digo esto porque sí he tenido el increíble privilegio de crear instrumentos de política pública, administrarlos, participar en la ejecución de una diversidad de programas públicos, pero no de difundirlos directamente con la ciudadanía, ni mucho menos transitar las calles y escuchar de viva voz de los ciudadanos el cómo viven -o sufren- un programa, cómo se colectan aquellas necesidades más imperiosas y sensibles para la ciudadanía.

En esta ocasión, tuve la fortuna de participar en un ejercicio de comunicación y socialización -mismo que desde hoy se integra a mi colección de experiencias como funcionario público-, del 2o informe del Gobierno del Lic. Mauricio Kuri González. ¿En qué consistió el ejercicio? Un grupo interesante de funcionarios seleccionados de las diversas dependencias nos dimos a la tarea de entregar un breve resumen de las acciones más representativas y sensibles en las zonas de los municipios para socializar los logros, pero más importante aún -perdón que insista- para identificar aquellas áreas de oportunidad, aquellos “ajustes finos” que los programas y acciones deben tener para cumplir con el objeto social para que el fueron creados.

El escuchar y empatizar, en resumen, con muchos ciudadanos y sus familias, caminar las calles y vivir lo que viven en las colonias, los beneficios palpables, las carencias aún presentes, genera una hipersensibilidad de la importante responsabilidad del ejecutivo ante los ciudadanos, y que muchos funcionarios provoquemos la cercanía de esta forma es sumamente enriquecedor.

Celebro estos ejercicios, reconozco que todos los funcionarios públicos deberíamos con cierta frecuencia, convivir con los ciudadanos y coleccionar experiencias. ¡Yo ya empecé!

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