Como anticipaba en la anterior entrega en #DesdeCabina, los equipos de profesionales que operan un aeropuerto (entre autoridades, trabajadores y prestadores de servicios complementarios, por solo enumerar algunos), es muy amplia y de gran responsabilidad, no por nada la industria del transporte aéreo es una de las más seguras y esto sigue reafirmándose gracias a su lógica de verificación y certificación permanentes, su amplio interés por documentar aquellos incidentes y el aprendizaje continuo que se tiene por todos los actores, sin embargo aún hay otro tema super importante que abordar, la experiencia del viajero.
Hace poco más de un año, cuando no era parte de un equipo que dirige un aeropuerto, viajaba, vivía y, la gran mayoría del tiempo disfrutaba todas aquellas eventualidades que, como cualquier viajero, aparecen incluso desde el primer minuto en que uno deja su lugar de origen. Ahora, con unos “lentes” diferentes ausculto todo lo que se vive en las diferentes terminales aeroportuaria que puedo visitar. Es apasionante en verdad.
Las capacidades de un edificio terminal, el que los usuarios -mayormente pasajeros- utilizan para transportarse de un origen A hacia un destino B utilizando los servicios de las aerolíneas comerciales, están pensados en la gran mayoría de los casos, para "generar experiencias” a los viajeros, o al menos esa es la tendencia más reciente en el diseño y construcción de aeropuertos. El arribo a la terminal a través de la mayor y mejor diversidad de servicios de transporte y conectividad terrestres, los estacionamientos para resguardo vehicular temporal o extendido en el tiempo, la agilidad y certeza tecnológicas con las que se hace el registro y entrega de equipaje, el cruce ágil de filtros de seguridad, los procesos de inspección migratoria cuando se viaja hacia o desde el extranjero utilizando en el mejor de los casos toda aquella tecnología para facilitar y reducir el estrés que, todo en su conjunto, representa para los viajeros el dejar la casa o regresar a ella.
La experiencia del viajero, como se le conoce desde ya bastante tiempo -y anticipaba en líneas anteriores-, es uno de los mayores retos de la conectividad y trabajo para los ejecutivos aeroportuarios. El diseño o adaptación de los edificios terminales, que incluye, entre muchos otros elementos y consideraciones, la disposición de los servicios sanitarios, la cantidad y variedad de restaurantes y comercios, los salones de descanso para viajeros preferentes, las salas de arribo y documentación así como de última espera, las de reclamo de equipaje, la accesibilidad para personas con discapacidades, la sanitización de los espacios, los estacionamientos y simplicidad para conectar los edificios terminales, la conectividad terrestre, así como condiciones en las que la tecnología hace la experiencia no solo ágil sino entretenida segura y hasta divertida constituyen esos “elementos” que favorecen una “experiencia" para los que se transportan utilizando la aviación comercial.
La conectividad sí es un gran reto, pero también una gran oportunidad. La posibilidad de unir destinos, personas, negocios y regiones, en lo general, conlleva grandes esfuerzos, pero igualmente grandes satisfacciones. La construcción de las relaciones, escenarios y toda la inteligencia para provocar conectividad aérea es sin duda una responsabilidad de la cual me siento increíblemente orgulloso y agradecido, y en lo que a mí respecta, la increíble posibilidad de seguir sirviendo a mi país.
Gracias.
@Jorge_GVR