Sin que la recordada evocación del poema “Canción de otoño en primavera” del poeta nicaragüense Rubén Dario, que titula esta colaboración, sea un reflejo adolorido de mi adultez física -que se pelea día a día con mi juventud mental-, sí pretende retomar en contraposición, esa idea de que la juventud en el ser humano es esa etapa de la vida en la que se puede vivir el presente sin preocuparse del futuro. Hoy, esto ya no es posible.

#DesdeCabina, pasados algunos días de un aniversario más del día internacional de la juventud, este martes presentó una breve reflexión de los retos que esa juventud, hoy en día más divino tesoro de la humanidad, enfrenta en la lucha por emprender y consolidar acciones en favor del cambio climático.

Según la organización de las Naciones Unidas, en voz de su secretario general, Antonio Gutierres, “El futuro de la humanidad depende de la energía, las ideas y las aportaciones inagotables de la juventud. Apoyemos y acompañemos hoy y todos los días a los jóvenes en la construcción de un mundo justo y sostenible para las personas y para el planeta”. Esta simple, pero profunda declaración, en verdad que encierra un contenido muy poderoso respecto del papel extremadamente trascendental que la juventud de este milenio debe asumir en el desarrollo de competencias ecológicas, no solo para afrontar, los retos ante la crisis climática que vive el planeta sino por el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS por sus siglas en inglés).

Para ser un poco más consiente del papel y algunos retos que los jóvenes de este milenio habrán de enfrentar, en el link informativo de la ONU relativo al día internacional de la juventud (https://www.un.org/es/observances/youth-day) se encuentra una infografía muy interesante con datos peculiares y quizá, para algunos, un poco inquietantes. Por ejemplo, a los niños nacidos en 2020, les tocará vivir 7 veces más olas o eventos de calor, que aquellos que nacieron en la década de los 60 (hablamos de apenas 70 años); también, hacia el término de la presente década, hacia el 2030, la economía verde (definida por la ONU como aquella economía que resulta en un mejor bienestar humano y equidad social, reduciendo significativamente los riesgos ambientales y las escaseces ecológicas), generará de forma acumulada, 8.4 millones de empleos para los jóvenes. Sin embargo igualmente el organismo internacional estima que sólo el 40% de los jóvenes habrá desarrollado competencias verdes para navegar en la economía verde. Todos son datos abrumadores, no solo para la humanidad, sino para los jóvenes propiamente dicho.

No se trata de asustar a los muchachos, dejándolos solos con el paquete; existen muchos compromisos en otras vertientes que ya se abordan desde diferentes sectores en el proceso de transición climática, la economía verde tiene una multitud de actores, intereses y compromisos de política pública en ámbitos industriales, sociales y educativos, sin embargo, en esta evocación del poema de Rubén Dario que traigo a #DesdeCabina, prefiero afirmar que la juventud es hoy el divino tesoro de las naciones para incidir positivamente en un futuro más verde y prometedor para el planeta.

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