Jorge Gutiérrez de Velasco

El liderazgo que impone

El verdadero liderazgo que impone es el que se gana con los hechos, con los comportamientos

Hablar de liderazgo, creo yo, es hablar de personas, es comentar sobre seres que sin querer o incluso sin darse cuenta, atraen miradas, provocan conversaciones y generan emociones e incluso sentimientos difíciles de pasar por alto. En el sentido positivo de estas emociones, levantan admiración, curiosidad, y en ocasiones una necesidad de cercanía, es decir, de querer compartir el mismo espacio y tiempo con ellos o ellas, de querer escuchar su conversación, de atraer su atención inclusive. En un término quizá demasiado simplista, inspiran admiración y respeto profundos.

Por otro lado están aquellas personas que igualmente atraen, que provocan sentimientos intensos probablemente de igual o mayor intensidad pero en sentido negativo, los que inspiran miedo, una aversión extraña, que llegan a provocar ansiedad o hasta malestar, esos que utilizan su cargo público o privado, su posición económica o jerárquica para “someter” a los demás consiente o inconscientemente.

De ambos quiero platicar este martes #DesdeCabina, de los líderes en términos más simples, de los que se ganan ese mote sin que el cargo, la posición económica y pública los abandere, esos que con sus acciones o inacciones dan de que hablar, para bien o para mal, entre sus cercanos.

No es que existan múltiples definiciones de liderazgo, lo que existen son múltiples dimensiones desde dónde puede abordarse la definición; desde la meramente clásica hasta la contemporánea aplicable a una diversidad de contextos; apoyado en diversas fuentes y autores como Peter Drucker y John Maxwell puede definirse al Liderazgo como esa capacidad para influir con propósito, gestionando personas, gestionando acciones a través de una visión compartida, mediante comportamientos que generan confianza y resultados consistentes en el tiempo, promoviendo el desarrollo de las personas, con énfasis en contextos cambiantes y de alto grado de incertidumbre. De la definición yo particularmente resaltaría la parte que refiere a los comportamientos que generan confianza y resultados consistentes.

Que agradable es coincidir con un jefe, un compañero e incluso con algún subordinado cuyo trato con los demás, sin importar la posición jerárquica, es amable, respetuoso, propositivo y profesional -que sería lo menos que podría pedirse-; que inspiran confianza para abordar temas delicados y que la gran mayoría de las veces tiene la disponibilidad de “asistir” o “couchear” con sus comportamientos, con sus consejos oportunos y prudentes. En contraposición, que incómodo, penoso o hasta despreciable puede ser el tener a ese jefe o colaborador que siempre encuentra la manera para hacer comentarios hirientes, despectivos o hasta groseros sobre las acciones, los resultados y trabajo de las personas, que siempre ve la forma para, en ocasiones públicamente, denostar sutilmente e imponer su voluntad haciendo ver a los demás como inferiores. Sobra decir lo molesto que esto resulta.

Para mi, y quizá para muchos que siguen esta columna y con los que comparto ideas, comportamientos e incluso visión, el verdadero liderazgo que impone es el que se gana con los hechos...

Te recomendamos