En repetidas ocasiones, en este espacio #DesdeCabina, he compartido con mi paciente auditorio, el interés particular que tengo, desde que he tenido la fortuna de dirigir equipos de trabajo, del tema específico de la planeación estratégica o de largo plazo. Este tema específico es fascinante para mí, por una multitud de razones, la primera de ellas, porque hacer planeación estratégica no es exclusiva de los gobiernos o las grandes corporaciones, puede hacerse planeación estratégica a nivel personal, familiar, a nivel empresarial o departamental de cualquier nivel; otra razón -y quizá la más importante para mí-, es que promueve ejercicios intelectuales, pero más importante aún, de visualización de escenarios. De esto quiero platicar en esta entrega #DesdeCabina que se esfuerza por recuperar su frecuencia semanal.
Hacer planeación de largo plazo, le da a los países, a las organizaciones y, en sentido más simple y práctico, a las personas, una oportunidad de mirar al futuro, de imaginar escenarios, condiciones e incluso procesos que nos transporten a estadios mejores por decir mucho, o simplemente diferentes para ser pragmáticos. Discutir cómo, cuándo y qué debe hacerse para alcanzar un estadio diferente del actual, activa capacidades cognitivas de visualización que movilizan comportamientos de corto, mediano y largo plazo, que al profundizarse metodológicamente hablando, producen condicionamientos mentales que “ponen en sintonía” al cerebro con ese “futuro” visualizado.
En atletas de alto rendimiento, la visualización segmentada, un término peculiar que indicada la imaginación de un desempeño atlético en etapas progresivas de un proceso de entrenamiento que llevan a lograr actuaciones excepcionales en competencias, es hoy ampliamente utilizado en disciplinas con ciclos olímpicos de competencia.
En las organizaciones, por su parte, visualizar escenarios se convierte en práctica común que ya no es exclusiva de la alta dirección ejecutiva, sino que se desdobla y materializa en verdad cuando los ejecutivos de medio nivel y el personal operativo lo hace suyo para canalizar y formalizar comportamientos de alto desempeño encaminados a construir ese futuro acordado desde los cimientos organizacionales.
Este proceso de “visualización” que los gobiernos, las organizaciones y los individuos pueden desarrollar en la más simple de sus expresiones, es transformador por sí solo, es vigorizante, por decir lo menos. Aquellos que se aventuran a “escribir” esos escenarios diferentes, que enlistan los procesos y acciones que los transportarán, en el tiempo, a tales escenarios, están inconscientemente modificando su presente y aunque pudiera sonar paradójico, están transformando su futuro modificando su presente. Basta mirar por un momento a países del grupo de los nuevos tigres asiáticos, cuyas milagrosas transformaciones asombran a muchos y preocupan a otros.
Hoy la planeación, esa que de manera simplista calificamos como echar una mirada al futuro, en realidad es también un ejercicio transformador del presente y por tanto constructor del futuro. Por esto y muchas cosas más que pudieran dar para varias entregas más de esta colaboración, la planeación estratégica o de largo plazo es transformadora del presente. ¿Ustedes qué creen?

