Si la memoria documental no nos falla, en julio próximo estaremos cumpliendo 200 años de presidencialismo en México y la pregunta obligada a la luz de lo que hoy vivimos es si aprendimos algo o no de esta experiencia de dos siglos.
Guadalupe Victoria, fue el primer presidente de México que marcó el principio de la nueva República y el fin del imperio, encarnado por Agustín de Iturbide, quien fue acusado de traición, enjuiciado y abdicó en el año de 1823.
Diferentes fuentes calculan que a lo largo de estos dos largos siglos han pasado no menos de 60 presidentes. Pero fue don José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, mejor conocido como Guadalupe Victoria, a quien le tocó entrar al quite lo que le mereció la distinción como “Benemérito de la Patria”, quién además, dicen, defendió la bandera de la no reelección.
En dos siglos hemos visto de todo, desde los presidentes que quisieron eternizarse en el poder hasta los que duraron un suspiro en la silla presidencial como el tristemente célebre Pedro José Domingo de la Calzada Manuel María Lascuráin Paredes, quien nació por los rumbos de lo que hoy es la Colonia Roma y que fue presidente apenas 45 minutos, tras la renuncia forzada de Francisco I. Madero en 1913.
Pero más allá de las efemérides y los episodios anecdóticos, la figura presidencial ha sido sin duda el eje articulador del sistema político mexicano, que tuvo su máximo esplendor bajo el modelo del partido prácticamente único, pero que tras 70 años de hegemonía en el poder perdió la mayoría en el Congreso en 1997 y la Presidencia de la República en el 2000.
En ese contexto comenzaron a establecerse las bases de un sistema democrático moderno, de alternancia en el poder y de participación ciudadana plural. A lo largo de las últimas tres décadas, el centro del debate había sido cómo dar el siguiente paso que implicaba el acotamiento del presidencialismo omnipresente, a través de diferentes y modernas figuras políticas como el Gobierno de coalición, el Jefe de Gabinete, el Jefe de Gobierno y/o el Sistema Parlamentario.
Pero qué creen, en eso estábamos cuando tropezamos otra vez con la piedra del populismo y eso nos puso de vuelta en el presidencialismo que reclama como derecho divino: ´El Estado soy yo´, la autocracia, pues.
Y sin ir lejos, uno de los rasgos más descarnados de la autocracia que distingue a la figura presidencial de nuestros días, es la reforma que le permitirá a Jefe del Ejecutivo dar amnistía directa -el perdón, pues- a personas sentenciada o procesada por cualquier delito, incluido el narcotráfico, que beneficiará a los criminales y dejará en la indefensión a las víctimas. Los mal pensados temen que se monetice esa facultad con eso de que amor con amor se paga.
Estamos a cinco semanas de las elecciones y la narrativa de las campañas oficiales tiene como eje el discurso eterno del Presidente en turno y sus reformas transexenales, diseñadas a su imagen y semejanza.
Así las cosas, a pesar de que el Presidente jura que se retirará de la política y se refugiará en su mega rancho de Palenque, pocos le creen, porque la abuela Toya decía que el que mucho se despide pocas ganas tiene de irse. ¿Pasaron 200 años para esto?
Columnómetro de Aquiles Baeza
1.- Alerta máxima contra dictámenes hechizos.
La oposición parlamentaria está en máxima alerta para evitar que les quieran ver la cara de tontos con dictámenes hechizos sacados de la manga.
Los dictámenes que esta semana se turnarán al pleno son examinados con lupa, no vaya a ser.
Pese al esperado mayoriteo, lo que sigue sin quedar claro es de dónde sacarán recursos adicionales para el Instituto de Pensiones del Bienestar cuando se agoten las cuentas inactivas de las Afores y del Infonavit. Lo que se teme es que después no resistan la tentación de comerse el dinero de las cuentas activas y al rato ni pensiones ni nada.
Pero eso es lo de menos, esta reforma la presumirán el próximo 1 de mayo y lo celebrarán como gancho transexenal en la campaña oficial.
Lo lamentable es que no faltarán los que se lo crean con eso de que hay quien asegura que se pueden vivir bien sin estudiar ni trabajar. Ajá.
2.- Las opciones de defensa ante el atropello al Juicio de Amparo pasan obligadamente por anteponer una acción de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para conseguir la invalidez de la reforma cuya naturaleza es regresiva.
Un análisis de Laura Rojas Zamudio @LauRojasZam, investigadora asociada del Instituto para el Fortalecimiento del Estado de Derecho y Raúl Mejía @RMejiaG, director de dicha institución, publicado en la Revista Nexos (abril 19 de 2024) en el que examinan el ataque a la suspensión del Juicio de Amparo, advierten la posibilidad de inaplicación de estas normas por parte de jueces de distrito, sustentados en la reforma constitucional de Derechos Humanos.
La defensa de los derechos humanos, subrayan los autores, no depende de una posición ideológica particular y los instrumentos para su defensa no deberían verse menoscabados mediante un argumento dependiente de una posición política específica que utiliza el principio de división de poderes como instrumento para ello. ¿Así o más claro?
3.- Las preferencias se siguen cerrando.
A pesar de las encuestas cuchareadas, cada día es más fuerte la percepción de que la diferencia entre los candidatos de las alianzas oficialista y la opositora en la CDMX no solo es de empate técnico sino que hay una posibilidad real de que cambien los colores del gobierno.
Otras entidades donde la expectativa de la alternancia puede darse son Veracruz, Morelos y en un descuido Puebla.
El próximo domingo se realizará el segundo debate entre las candidatas por la Presidencia de la República y toda la atención de palacio estará en el número de veces que la corcholata favorita mencione a su promotor.
4.- Minicrónica de campaña viralizada en redes sociales.
En Tila, Chiapas, la candidata pregunta en un mitin.
-¡Cómo están los centros de salud?
-¡Maaallll! Le contestan.
-¿Qué les falta?
-¡Toooodddooo!
Y así.
o.o.o.o.o.o