Después de la designación de la coordinadora del Frente Amplio por México y de la coordinadora de Defensa de la Cuarta Transformación se ha iniciado la publicación de encuestas que buscan generar la percepción de que ya hay una triunfadora para mover indecisos a votar por la posible ganadora.

En la encuesta de Buendía & Márquez, los resultados no son favorables a la coordinadora del FAM, sería un error menospreciarlos, hay que tomarlos en serio. El 68% de mexicanos conoce o ha oído hablar de Sheinbaum. Y, entre ellos, el saldo de opinión es de más 39. En cuanto a Gálvez, solo el 47% de la población reconoce su nombre. De éstos, 18% tiene buenas opiniones de ella y 20% malas. Su saldo de opinión es, por tanto, menos 2.

Las encuestas como método para medir la opinión pública, pueden sesgarse, por ejemplo, solo se encuesta a las secciones electorales afines a un partido; se hacen más encuestas, se retiran las no favorables y se reporta una muestra menor. La guerra de encuestas busca posicionar a una candidatura, pero no son definitivas.

Hay claridad de que la competencia es real, que sí existe la posibilidad de que el oficialismo sea derrotado. Sin embargo, para ganar las elecciones el FAM tiene que organizarse, repartirse tareas, posiciones y responsabilidades. También las organizaciones de la sociedad civil pasan por este proceso. Pero si se logra la máxima unidad, la propuesta de un gobierno de coalición y un gran programa de gobierno, se potenciará la presencia de su coordinadora en todo el país.

Cierto que la coordinadora de Morena avanza, pero no perdamos de vista que resuelve una persona. El FAM en cambio, además de organizaciones de la sociedad civil, está integrado por tres partidos nacionales y ciudadanos sin partido, por lo tanto debe lograr acuerdos en postulaciones a gobernadores, senadores, diputados, congresos locales, presidencias municipales, alcaldías, en fin, más de 20 mil cargos que se elegirán en 2024. La coordinación y unificación de un mensaje, de las propuestas, la estructura no es sencilla. No es decisión de una persona, es de muchos participantes y talentos.

José Luis Sanchís Armelles señala en su tesis doctoral que hay ciertos puntos básicos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de preparar y dirigir una campaña. No se trata de repetir el discurso del gobernante en turno Se puede conocer el electorado, pero hay que analizar con cuidado los sondeos y resultados de encuestas. La participación, cuando un elector acude a las urnas es porque desea votar o porque, a través de acciones, se le animamos a hacerlo. El objetivo de la campaña es colocar al candidato ante una serie de ideas que le motiven a votarlo. Pueden resumirse en definir qué está en juego; efectos electorales; polarización u obligación de decidir entre dos extremos; posicionamiento del candidato, tema o partido; crítica a la situación actual y a la gestión del Gobierno saliente; y pulsión de cambio frente a aversión al cambio.

Tiene que haber una cabeza y esa debe ser la candidata. Tiene que estar al frente, pero sostenida por un equipo de talentos que tiene varios a su alrededor, por una narrativa clara y un estilo de campaña que contraste con la contrincante.

El Frente Opositor y su candidata cuentan con la confianza de una gran parte de los ciudadanos que no están de acuerdo con el actual gobierno, pero es un escenario desafiante. Estarán frente a lo que varios denominan una “elección de Estado”. Morena y sus aliados tienen diferentes recursos a la mano para no perder el poder, incluso desafiando, si fuera necesario, a la autoridad electoral.

Cuando un presidente o un grupo ven al poder público como patrimonio propio, usan a las fiscalías para perseguir opositores, disminuyen al Poder Judicial, tratan de excluir a las autoridades electorales, entonces el siguiente paso es desconocer un resultado electoral que no fue de su gusto.

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