El Centro de la ciudad de Querétaro fue nombrado por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1997; esto se logró gracias al trabajo de un grupo de destacados queretanos que se sumaron al proyecto de alcanzar esta importante distinción.
El monumento del Acueducto destaca entre las obras que dieron lugar a este nombramiento, un monumento que llena de orgullo a los queretanos. Es una obra arquitectónica majestuosa cuya construcción inició en 1726 y que luego de nueve años comenzó a cumplir con su propósito, que era el de abastecer de agua a nuestra ciudad.
Más allá de las historias románticas que hacen referencia a sus orígenes, el acueducto es considerado la obra más importante del siglo XVIII, un trabajo de la ingeniería hidráulica de aquellos años y que se realizó a iniciativa de don Juan Antonio de Urrutia y Arana, Marqués de la Villa del Villar del Águila, benefactor de Querétaro.
Otros monumentos que fueron considerados para que se lograra este nombramiento fueron: la Casa de la Corregidora, el Teatro de la República, el templo de San Agustín, el templo y convento de la Santa Cruz, el Santuario de la Congregación, el ex convento de Capuchinas; museos como el Museo de Arte y el Museo de la Ciudad además de plazas y jardines como el jardín Zenea, la Plaza de la Independencia o Plaza de Armas, la Plaza de la Constitución y el Jardín Guerrero.
La belleza, majestuosidad e historia de estos espacios y monumentos han sido, generación tras generación, orgullo de los queretanos y de quienes han decidido vivir aquí.
Esta semana nos enteramos que otro acueducto mexicano ha sido reconocido como Patrimonio de la Humanidad, se trata del Acueducto del padre Tembleque, que se localiza entre los límites de los estados de México e Hidalgo; eso nos lleva a recordar la importancia de esta designación y a revalorar el tesoro que poseemos y que a veces, por la cotidianidad, dejamos de percibir y disfrutar.
El hecho de que la ciudad de Querétaro haya sido considerada como Patrimonio Cultural de la Humanidad, significa que somos herederos de un tesoro de valor incalculable al que estamos obligados a proteger y conservar; de la misma forma en que lo recibimos de nuestros antepasados somos responsables de entregarlo a las nuevas generaciones.
El Centro Histórico de nuestra ciudad posee un valor universal excepcional, la UNESCO le reconoce su importancia cultural y su valor arquitectónico e histórico. Este nombramiento ha hecho que Querétaro trascienda fronteras, que se le conozca, que se le admire por el mundo entero y que se gane un lugar en la historia.
Este reconocimiento a nuestra ciudad es resultado del trabajo de nuestros ancestros, también de su visión, de su esfuerzo y del amor que le tuvieron. Nos corresponde a nosotros preservarla.
Esta misión está en los valores de cada queretano, pero de manera particular en la responsabilidad de las autoridades, sobre todo de las municipales, pues de la misma forma en que se reconoce que plazas, jardines y monumentos han sido preservados, también vale señalar que hay otros que requieren de un intenso trabajo para ser recuperados, entre ellos está el Río Querétaro, un espacio que durante esta administración se dignificó en sus riberas pero que se ha descuidado el mantenimiento en su cauce.
Cuando tuvimos la oportunidad de encabezar la administración municipal, un equipo de destacados queretanos se sumó al proyecto para lograr el reconocimiento de la UNESCO, organismo que entre sus criterios para otorgar este título toma en cuenta la conservación de la diversidad biológica y aspectos de conservación, es necesario ser ejemplo de formas tradicionales de asentamientos humanos, representativas de una cultura o de interacción del hombre con el medio, sobre todo cuando éste se ha vuelto vulnerable debido al impacto provocado por cambios irreversibles.
Mantener al Río Querétaro para cumplir con las exigencias ecológicas de la UNESCO, es un reto para la nueva autoridad municipal.
Ex presidente municipal de Querétaro y ex legislador federal y local.
@Chucho_RH