“Podría dejar ahora mismo la Presidencia…creo que vamos a consumar la obra de la transformación y no dejaremos ningún pendiente…” Lo anterior, puede ser el resumen en la percepción del ejecutivo Federal de su desempeño como presidente de la República basada en una visión muy limitada de país. Se le ve derrotado, la retórica se le está acabando e intenta terminar como dogmático.

Pero, en ¿en dónde está el gobierno? ¿Hay gobernabilidad? Norberto Bobbio nos dice que el gobierno son los órganos a los que institucionalmente les está conferido el ejercicio del poder. En todo gobierno debe haber una correlación entre gobernantes y gobernados, cuando existe esta relación podemos hablar de gobernabilidad. El tema no solo es de importancia teórica, sino que también adquiere relevancia práctica: la responsabilidad por mantener condiciones adecuadas de gobernabilidad.

Ángel Flisfisch nos comparte que la gobernabilidad está referida a la calidad del desempeño gubernamental, considerando las dimensiones de la oportunidad, la efectividad, la aceptación social, la eficiencia, la estabilidad la coherencia de sus decisiones.

A la mitad de su administración tenemos una política económica con el peor crecimiento en una generación, y sus ideas de desarrollo han destrozado el valor nacional. Con más homicidios dolosos que las dos administraciones anteriores en el mismo periodo. Las libertades han retrocedido, la legalidad también, destrozando contrapesos y desmantelando reformas de segunda y tercera generación democrática.

En gobiernos funcionales, un cambio de gabinete es un “golpe de timón” porque las cosas no están funcionando. En la actual presidencia de la República esa estrategia no opera. La política interna la manejó desde un principio el consejero jurídico de la Presidencia, y los asuntos de seguridad y migración con Estados Unidos el responsable es el Secretario de Relaciones Exteriores.

Designa como nuevo secretario de Gobernación al gobernador de Tabasco, funcionario muy cercano que lo ha acompañado políticamente desde sus tiempos como líder del PRD en Tabasco.

Algunos analistas señalan que este reacomodo en el gabinete debe analizarse de manera semiótica, el Presidente se rodea de sus incondicionales para preparar la sucesión presidencial, mantener el poder e imponer a su candidata. Ya ha invertido importante capital político en ese propósito y tendrá que invertir más, con resultados nada ciertos.

A pesar haber recibido un país con finanzas públicas sanas, con proyectos económicos en marcha y con un marco constitucional de avanzada que prometía un futuro productivo para el país, el problema lo generó él mismo, el Ejecutivo Federal, pues su bandera electoral consistió en enfatizar las causas del malestar ciudadano. Lamentablemente permanecen presentes y se agravan, por su inexperiencia y la de su equipo que han demostrado incapacidad para enfrentar los problemas de la pandemia, de salud, la economía, seguridad, etc., sin embargo el diseño de la narrativa electoral le alcanza para atribuirlo a los gobernantes del pasado.

En días pasados se vio ante circunstancias que él mismo hizo pasar a sus adversarios en el pasado, y al elegir permanecer atrincherado en su camioneta durante largas horas, en Chiapas, opinan algunos especialistas que el Presidente pudo empezar a vivir lo que bien podría ser el comienzo del fin de su propia administración.

El mantenimiento de la paz nacional y la posibilidad de que México retome un proceso con miras a una mejor forma de vida están supeditados a la gobernabilidad.

Expresidente municipal de Querétaro y exlegislador. @Chucho_RH

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