La Ley General de Partidos Políticos permite las coaliciones entre partidos Se denomina coalición, lista o pacto electoral a la agrupación de partidos políticos distintos con el objetivo de presentar una candidatura única en un proceso electoral, bien sea en todo el territorio de la región, nación o área política, bien en zonas determinadas.

En los últimos años algunos partidos políticos con ideología encontrada han hecho uso de las alianzas y coaliciones para quitar votos a otro partido; las utilizan como herramientas para derrotar a un instituto político.

En las elecciones del año 2000 Cuauhtémoc Cárdenas lanza la propuesta de una posible unificación de partidos opositores, Vicente Fox y el PAN no ven mal la viabilidad de la coincidencia opositora. Fracasa este intento de coalición, no se toma en cuenta la ideología de los partidos, y por supuesto, la discordia radica en quién sería el abanderado a la Presidencia de la República.

La política de alianzas y coaliciones debe permitir la convergencia ideológica y política de las organizaciones políticas; en la realidad, se hacen alianzas donde imperan los intereses personales y de grupo. Hay oportunismo, se abren las puertas a militantes inconformes de otros partidos.

La ideología, la declaración de principios, el programa de acción y la política de partido se utilizan para cubrir un trámite procedimental: el artículo 91 punto 1 inciso d), de la Ley General de Partidos Políticos, señala que el convenio de coalición contendrá “la plataforma electoral y, en su caso el programa de gobierno…”, sin embargo, se vela el uso lucrativo de los institutos políticos, desvían el sentido de la política, convirtiéndolo en un negocio que atrae a personas sin escrúpulos al ejercicio del poder y de la función pública.

Esta situación lleva a generar acuerdos individuales y a corto plazo para que el candidato electo de la coalición pueda asumir el poder y gobernar con una política de mínimo alcance que lleva a una desarticulación de la autoridad y la sociedad, no hay gobernanza.

La sociedad exige partidos fuertes y estables, con proyectos claros de gobierno, que su ideología sustente las políticas públicas que permitan un gobierno democrático que atienda las demandas sociales y no a los intereses y ambiciones personales.

Los discursos alejados de la verdad sustituyen a las ideas y presentan a la sociedad falsas expectativas de solución, se corre el riego de fortalecer figuras autoritarias o carismáticas que pueden sustituir la organización de la sociedad, gobernando la mayoría de las veces en la incertidumbre.

Los partidos políticos deben conservar su ideología, hacer una propuesta seria de proyecto de gobierno, mantenerse como instituciones estables, que su fin sea la gobernabilidad, es decir, que hay gobernanza entendida como “la eficacia, calidad y buena orientación de la intervención del Estado, que proporciona a éste buena parte de su legitimidad en lo que se define como una nueva forma de gobernar en la globalización del mundo...”.

Ex presidente municipal de Querétaro y ex legislador federal y local. @Chucho_RH

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