Está por terminar el periodo constitucional del gobierno del presidente de la República. La tentación de AMLO, como la de muchos presidentes y gobernantes, es olvidar que el poder es transitorio. Recordemos a Napoleón, murió solo en la Isla de Santa Elena, que fue su cárcel, abandonado por sus subordinados, generales, empresarios y amigos, que le rodearon cuando tuvo el poder.

Hay un viejo dicho que reza “De humanos es errar y de sabios reconocer sus errores”, sin embargo, el poder político o económico que tienen algunas personas los hace mantenerse en el error, dicen que “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

Esa historia se repite con muchos gobernantes, quienes en la cima del poder no reconocen sus errores, y quienes le rodean no solo los callan, sino algunos se los aplauden.

Se han escrito varios artículos de opinión sobre la postura del ejecutivo federal en referencia a los que considera temas prioritarios, se dice que uno de sus colaboradores trató de convencerlo de que era un error abandonar el aeropuerto de Texcoco, pero escuchó a quienes por intereses propios lo llevaron a cometer ese error.

No le hizo caso al director del Instituto Mexicano del Petróleo, quien le dijo que no era conveniente, ni técnica ni financieramente, construir una refinería en Dos Bocas, lugar que él escogió.

No escuchó a quienes le hicieron ver que trazar la ruta del Tren Maya sobre una bella reserva ecológica, para que la vieran, era destruir parte de la belleza que buscaba mostrar.

No escuchó a quienes le dijeron que debía bajar los gastos del poder ejecutivo federal, y tuviera cuidado con el crecimiento de la deuda externa. Adoptó la “solución” de posponer los pagos de intereses para después de terminar él su mandato.

Durante la primera mitad de 2023, las finanzas públicas continuaron reflejando la postura de la actual administración de procurar la contención del desequilibrio fiscal.

Los cuestionamientos a las finanzas públicas pueden ser más serios si se examina la distribución del gasto público, sobre todo a la luz de las tareas supuestamente asignadas al Estado.

El tiempo pasa y al Presidente se le agota su gestión en acciones desesperadas entre dedicarse a desahogar su agenda política y los temas de coyuntura que buscan distraer la atención de la ciudadanía sobre los problemas que la aquejan.

Observamos un Presidente que gobierna solo para sus adeptos, los demás lo tienen sin cuidado y a algunos de ellos los usa como blanco de sus ataques.Quien no se pliega a sus designios, es ajusticiado por la Santa Inquisición que impone sus veredictos desde Palacio Nacional.

El totalitarismo avanza en esta administración, desarticulando a los pesos y contrapesos y poniendo al régimen democrático contra la pared, al tiempo de demeritar el Estado de derecho.

Los retos de largo plazo para México tienen que ver con defender la democracia, los órganos constitucionales autónomos; recobrar la confianza en la inversión, la recuperación del Estado de derecho para aprovechar mejor las circunstancias del país, generar inversiones, crecimiento, empleos y bienestar.

Ante este escenario de violencia y no aceptación del error por parte de AMLO, María Amparo Casar, presidenta ejecutiva de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, dijo que: “Después de 30 años de construcción de contrapesos hemos tenido un gran retroceso” y si, quedan pocos equilibrios al poder, uno de ellos es la sociedad civil, es la vía para poder acotar el control del jefe del Ejecutivo federal sobre diversas instituciones y organismos que eran autónomos.

No hay que perder de vista los resultados más recientes de las encuestas de intención de voto y de preferencias electorales realizadas por El Financiero señalan que habrá competencia en la elección del 2024.

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