El desempleo no es solo asunto de desempleados, es un fenómeno que repercute en la sociedad en su conjunto, ha sido motivo de estudio de las ciencias sociales que demuestran cómo este fenómeno repercute en el propio individuo, en la economía y en la sociedad.

Según encuestas, el empleo sigue siendo el referente principal de la necesidad y del deseo de la población, es también un valor de primer orden y una alerta para el Estado de Derecho.

“El trabajo integra, el desempleo segrega, el ejercicio laboral normaliza, desarrolla y legitima, mientras el desempleo frena y aparca al desempleado en la excedencia social”, así lo explica Beveridge, sociólogo estudioso de este fenómeno y de la forma en que este repercute en la conciencia colectiva.

Las causas del desempleo pueden ser muy diversas: las crisis económicas, la globalización, la aceleración de los avances tecnológicos que sustituyen la fuerza de trabajo, la legislación que favorece el predominio del empleo de larga duración y paralelamente le reduce las oportunidades a las nuevas generaciones, entre otras causas que afectan el mercado de contratación laboral.

Si hablamos de las consecuencias de este fenómeno que inciden directamente en los individuos y en sus familias, tendríamos que comenzar por considerar que el trabajo es el medio principal de subsistencia, así que la falta de empleo se relaciona directamente con la reducción en la calidad de vida, y en muchos casos, lamentablemente, el desempleo es la antesala a la pobreza y en ello va también la nula oportunidad de contar con seguridad social.

Tener un empleo no solo representa poder cubrir las necesidades económicas, es también el medio por el cual las personas se relacionan con la sociedad y su contribución al mantenimiento de la misma. Quien tiene un trabajo se siente útil, amén de las recompensas materiales, el empleo es confianza, reconocimiento, es tener una imagen de sí mismo y de pertenencia a la comunidad.

Desde que se es niño la enseñanza recibida se asocia a un rol en el futuro, un oficio o una profesión que nos identifique, así el empleo le pone rostro al médico, al carpintero, al policía, al maestro o al operador de torno, cada uno ocupa un lugar que lo ubica en un procesos productivo y social, por ello el trabajo es un componente básico de la definición de nosotros mismos.

En México, el artículo 123 de la Constitución refiere que “toda persona tiene derecho a un trabajo digno y socialmente útil; al efecto, se promoverá la creación de empleos y la organización social para el trabajo conforme a la ley”.

Es responsabilidad del gobierno la de generar las condiciones propicias para el desarrollo y que en ellas los empresarios encuentren el ambiente adecuado para generar empleos. Sin embargo, la realidad no siempre es coincidente con este principio, en Querétaro las cifras del desempleo han superado la media nacional, así lo revelan los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), difundidos recientemente por el INEGI.

¿Por qué se están presentando estos resultados siendo que la entidad registra la apertura de importantes empresas generadoras de empleos? Las razones pueden ser muy diversas, entre ellas la llegada a diario de 40 personas (según datos de la Secretaría de Gobierno) que demandan, entre otras cosas, empleo.

Las estadísticas nos revelan que esta cifra está rebasando la capacidad de empleo para todos. Los estudios sociales, por su parte, nos indican que la pérdida del empleo es mucho más que la pérdida de un salario.

Ex presidente municipal de Querétaro, ex legislador federal y local

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