Se aproximan las elecciones en nuestro país y es tema obligado —en las aulas, mesa de café, reuniones familiares o de negocios— quién las ganará.
Platón, en La República: necesidad de un rey filósofo, decía: “a no ser que los filósofos sean los reyes en los Estados o los que actualmente llamados reyes y soberanos sean filósofos en verdad y con suficiencia, y no se vea unida una cosa a otra, el poder político y la filosofía, y a no ser que una ley rigurosa aleje de los asuntos públicos a esa multitud de individuos a los que sus talentos les llevan exclusivamente a una u otra, no habrá remedio, querido Glaucón, ni para los males que devastan los Estados ni incluso, creo yo, para los del género humano”.
El texto anterior presenta una imagen en el pensamiento platónico acerca del perfil del que debía disponer el gobernante. Para garantizar el buen funcionamiento, ya no sólo del Estado, sino de la humanidad, plantea como condición necesaria y suficiente del buen gobernante el que sea filósofo, bien porque accede al poder desde tal condición, bien porque la adquiere en el ejercicio del gobierno.
Ahora los votantes deberán ser cuidadosos al elegir a sus representantes, lo comentamos anteriormente: la ciudadanía debe profundizar en las propuestas, cualidades, actitudes y aptitudes de los candidatos y así generar una percepción más sólida que optimice la reflexión de su voto razonado el día de la jornada electoral.
El ciudadano deberá tomar en cuenta que está eligiendo a sus próximos gobernantes, debe analizar el perfil del candidato, pues la importancia de aptitud y actitud de los representantes públicos se verá reflejada al momento de ejercer el mandato que les está otorgando y confiando la gobernanza de su comunidad.
Los electores, deberán revisar cuál es la formación de cada candidato, comparar su currículum profesional y social, contrastar las propuestas de trabajo, qué preparación académica tienen los candidatos, sus trayectorias profesionales, analizar antecedentes de sus trabajos o puestos anteriores, cuál es el trato hacia ellos.
Para lograr buenos resultados en la política y en la gestión pública, se requiere contar con gobernantes y funcionarios que hayan interiorizado los valores y posean una conducta íntegra, pues son estos servidores públicos quienes marcan las directrices, operan las instituciones y administran nuestro futuro.
¿Un político nace o se hace? Ambas cosas, pues aunque un candidato posea una serie de cualidades innatas, necesita modelarlas con técnicas y destrezas; las cualidades que los ciudadanos consideran más importantes y que coinciden con el perfil son las siguientes: honestidad, competencia, integridad, capacidad de liderazgo y energía.
El gobernante debe ser, ante todo, una persona con convicciones sólidas, coherentes, con una percepción integral del mundo y de la vida; sus principios deben ser claros y definidos. Estas convicciones deben ser traducidas en proyectos concretos, claros.
Como persona pública su conducta debe ser ejemplar, cumplir con las disposiciones legales, éticas y morales que todos los ciudadanos tenemos.
Poseer una capacidad de liderazgo y que su vocación no sea otra que la de servir a sus gobernados. Su nivel académico debe ser de lo mejor.
El gobernante debe rodearse de gente con competencia en la materia, con gente de diálogo, de paz de armonía para trabajar en equipo.
No debe perder de vista el hecho de que es un servidor público, su trayectoria debe ser transparente. Debe gobernar para todos.
Ha de tener la honestidad y calidad humana necesarias para cumplir con el mandato que le fue otorgado. Construir una sociedad más justa y amante de la paz.
“Formar un buen gobernante exige además recurrir a los principios generales: elegir a individuos que tengan un carácter noble y recto, educarlos en los principios de la virtud y la justicia enseñándoles a discernir el bien y el mal.” Platón.