En nuestras anteriores entregas hablamos del violín y de grandes obras para ese bello instrumento. Iniciamos ahora una serie sobre el que consideramos el rey de los instrumentos musicales, tanto para música clásica, como para música en general: el piano. El piano fue desarrollado, a partir del clavecín y el clavicordio, por Bartolomeo Cristoforii di Francesco (Padua, 1655-1731) en la Florencia de principios del Siglo XVIII. El nombre original de este instrumento no era “piano”. El “piano” es un término abreviado pero su nombre real es “fortepiano”. Esto es muy importante toda vez que es en el nombre en que podemos encontrar la naturaleza de este instrumento, como veremos más adelante. El fortepiano representó un parte-aguas en la evolución de los instrumentos de teclado como el clavecín (no confundirlo con el clavicordio), porque gracias a su capacidad de tocar desde “piano” (suave) hasta “forte” (fuerte), pasando por una infinidad de puntos intermedios (mezzopiano, mezzoforte, etc.), es que se pudo matizar el sonido del piano, lo cual fue muy importante en la era del Romanticismo, por ejemplo en las sonatas de Chopin o Beethoven, donde los matices alcanzados por el piano fueron de vital importancia para el ‘carácter’ de la obra. Los primeros fortepianos fueron hechos con madera y su sonido era delicado. Ahora el piano moderno, llamado “pianoforte” o “piano” para diferenciarlo del “fortepiano”, tiene un marco metálico para soportar la tensión de las cuerdas, martinetes más grandes y cuerdas más resistentes, por lo que se puede tocar con mayor fuerza. Cuenta además con pedales (2 ó 3) que hacen que el martinete golpee de manera diferente las cuerdas y que aplican sordina o liberan las cuerdas. Aunque también es de teclas, no hay que confundir el piano con el clavecín, clavicembalo en Italiano o harpsichord en Inglés. El clavecín es un instrumento en el que las cuerdas son accionadas por medio de un gancho que ‘pellizca’ las cuerdas, similar a la forma en que los dedos de las manos accionan las cuerdas de una arpa; en el clavicordio las cuerdas se percuten. En el piano las cuerdas son ‘golpeadas’ por medio de un martinete, es decir, es un instrumento de percusión. Los pianos modernos tienen 88 teclas, 36 negras y 52 blancas. En los siglos XIX y XX los pianos eran fabricados principalmente por firmas europeas como Pleyel en Francia; Grotrian-Steinweg, Blüthner y Bechstein en Alemania; y Bösendorfer en Austria. En 1853 Engelhard Steinweg emigró a Estados Unidos y fundó en Nueva York la fábrica Steinway & Sons, produciendo los famosos pianos de cola Steinway; posteriormente estableció una fábrica en Hamburgo. En las últimas décadas los asiáticos están produciendo soberbios pianos, tanto de pared o espineta como de cola, por compañías como Yamaha y Kawai del Japón. Los coreanos y los chinos están fabricando también pianos muy finos y competitivos en precio. El piano se ha convertido en un instrumento indispensable en todo tipo de música, desde las sonatas de piano solo, los tríos y cuartetos, hasta los monumentales conciertos para piano y orquesta, sin dejar de mencionar el papel que juega en la música popular, en las bandas de rock (en las que se usan también teclados electrónicos basados en el piano), en los boleros y en el jazz. No se concibe la música actual sin este versátil instrumento. En nuestra próxima entrega hablaremos de grandes obras para piano, solo y acompañado, y continuaremos con los conciertos para piano y orquesta más famosos y populares. *Diplomático queretano; diletante de la música clásica. Twitter: @fgcossio

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