Querétaro ha sido un estado asociado con estabilidad económica. Esa percepción persiste, aunque los datos más recientes invitan a mirar con más calma qué está ocurriendo debajo de esa superficie. Revisar las cifras importa, sobre todo en un contexto donde a veces se da por hecho que el estado avanza sin contratiempos. Evaluar con honestidad ese éxito es necesario; Querétaro no puede confiarse como la liebre del cuento.

La semana pasada, el Inegi publicó el Producto Interno Bruto por Entidad Federativa, 2024 (Comunicado 156/25). Estos datos permiten comparar cómo avanzaron las economías estatales entre 2023 y 2024 y, con ello, ubicar a Querétaro en el contexto nacional. En la actualización, nuestro estado aportó 2.4% al PIB del país y registró un crecimiento anual de 1.3%. El dato confirma que la economía se mantiene en marcha, aunque queda por debajo de entidades que reportaron aumentos más acelerados, entre 3% y 5.4%, como Oaxaca, Zacatecas, Durango, Guanajuato o Yucatán. También muestra que Querétaro ocupa el lugar 11 entre las entidades que más contribuyen al PIB nacional. La posición es relevante, aunque hoy aparece lejos del dinamismo que muchos todavía atribuimos al estado.

El monitoreo de la actividad industrial también ayuda a entender la situación económica en el estado. El Indicador Mensual de la Actividad Industrial por Entidad Federativa muestra que, entre 2018 y 2021, Querétaro vivió un ciclo de altibajos: creció en 2018, tuvo una ligera caída en 2019, enfrentó la contracción profunda de 2020 durante la pandemia y registró una recuperación en 2021 que no alcanzó a compensar por completo la pérdida previa. En la información más reciente del IMAEF, correspondiente a julio de 2025, aparece una variación mensual de –3.0% y una variación anual de –4.1% respecto a julio de 2024. Cuando se comparan estas cifras con las de Aguascalientes, Guanajuato y San Luis Potosí —estados que reportaron avances de entre 3% y 5% en esa misma actualización del Inegi— resulta evidente que Querétaro avanza con un impulso menor al de sus vecinos del Bajío.

La comparación dentro del Bajío ayuda a dimensionar este momento. Los estados vecinos han impulsado sectores en expansión y reciben inversiones que fortalecen sus cadenas productivas. Querétaro también mantiene actividad relevante, y recibe inversiones, aunque hoy avanza con menor velocidad. Esta situación refleja el comportamiento típico de una economía madura: estabilidad con ritmos más moderados, menos sensible a expansiones derivadas de grandes proyectos nuevos y más dependiente de su capacidad interna para sostener procesos de innovación y aprendizaje.

El punto es que, incluso con una base sólida, no podemos confiarnos. Vivimos un momento de cambios e incertidumbre en la relación con nuestro principal socio comercial, y eso obliga, hoy más que nunca, a fortalecer la capacidad local para generar conocimiento, elevar la productividad y estrechar la colaboración entre empresas, universidades y centros de investigación. El territorio tiene condiciones favorables; lo que falta es convertirlas en un motor para que siga impulsando la innovación, cadenas de valor más densas y una economía menos expuesta a vaivenes externos.

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