Una vez más, Querétaro es un lugar de encuentros en la definición de los asuntos nacionales. Y esto se confirmó en el Congreso de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, Canacintra, el pasado viernes 15 de junio en el Centro de Convenciones de la ciudad.

Fui testigo de cómo el candidato José Antonio Meade genera confianza con quienes dialoga, con quienes lo escuchan. En esta ocasión fue el único candidato que aceptó venir a Querétaro a escuchar a los empresarios, donde hizo una disertación de su visión sobre las perspectivas de la economía y de un rumbo certero del país, en el caso de ganar la Presidencia de la República, en las urnas, el próximo domingo 1° de julio.

Los empresarios y comerciantes de todos los tamaños del país, al escuchar sus propuestas, lo interrumpieron en diversas ocasiones durante su intervención para ovacionarlo incluso de pie, y agregó que se debe jugar limpio y con empeño.

Ante los industriales del país, habló de sus propuestas para generar empleo, combatir la inseguridad que afecta al país y sentar las bases de un desarrollo sostenido que genere empleos bien pagados, además de detallar sus propuestas de apoyo a la mujer, que será el motor de su agenda gubernamental.

Una vez más demostró a los generadores de riqueza del país que es el candidato más completo. Sin cuestionamientos evidentes, como sí lo tienen sus dos principales adversarios: uno con un notorio asunto de lavado de dinero y tráfico de influencias, de los cuales el propio Ernesto Cordero, senador de la República, y un distinguido miembro de su partido, en un acto de dignidad y vergüenza publica, ha acudido a denunciarlo para que sea investigado; actitud ratificada por Jorge Luis Lavalle, igualmente senador de la República por el PAN que ha declarado que “con Anaya corremos el riesgo de tener en la boleta a un delincuente”.

Y en el otro extremo tenemos el caso más delicado para el futuro de nuestro país, con el candidato de Morena, quien es un inexperto en economía y finanzas del país. Y, para colmo, sólo acumula temas negativos: con una visión asistencialista en materia social, que le interesa el control corporativo de su movimiento y base clientelar, léase CNTE, Elba Esther, y una amnistía adelantada con Napoleón Gómez Urrutia y Nestora Delgado como candidatos.

Éste es nuestro real panorama ante cuatro candidatos con señales difusas, contradictorias e incluso desalentadoras. Afortunadamente, este horizonte se ha ido aclarando. Al cabo de los días de campaña, se ha ido imponiendo una verdad: Meade es la opción para ser el presidente de México. Las señales ya son muchas y, a dos semanas del día de la elección, el proceso se ha decantado y en él ya sólo tenemos dos candidatos con proyectos nacionales antagónicos: Amlo o Meade.

Con la publicación esta semana de encuestas que posicionan a Meade en segundo lugar, es necesario que meditemos en cómo usar la fuerza de nuestro voto individual.

Esto significa que una elección no es asunto menor. No es extremo decir que va de por medio nuestra calidad de vida por seis años, o quizá por generaciones. Una mala decisión sería un error de alto costo para nuestra familia: ello es lo que está en juego. Por ello es vital pensarlo bien, dos veces o más.

Ejercer nuestro voto de manera libre, consciente, útil y razonado será nuestra responsabilidad. Nadie en su sano juicio come lumbre por la boca. Nadie salta al abismo sin paracaídas. Por el bien de nuestras familias, mejor creamos que los milagros sí existen, y ayudar a que Meade gane puede ser el milagro mexicano que todos estamos esperando.

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