El morenista de Marcelo Ebrard echó a perder el festejo del fraude de las manipuladas encuestas para ungir a Claudia Sheinbaum, como ganadora de las encuestas. Nunca nadie tuvo la menor dura que ese sería el inequívoco resultado. Marcelo denunció el uso de recursos humanos y públicos tanto del gobierno federal como de gobiernos estatales para apoyar descaradamente a la candidata del presidente Andrés López Obrador. La interrogante ¿Se trató de un delito electoral? ¡No! Autoridades federales y locales violaron el artículo 134 de la Constitución, obviamente que sí.

El proceso interno de Morena fue inventado desde la misma Presidencia de la República, para nombrar a Sheinbaum, no se sujetó a ninguna normatividad legal ni estatutaria, se trató de una “ficción legal”. Las normas fueron creadas para el solo efecto de dar forma a la falsa legitimidad democrática de la designación. Una vez concluido el amañado concurso, esas normas desaparecieron. De tal suerte que Marcelo no pude impugnar ante ninguna autoridad, ni de su partido, la “legalidad” del amañado procedimiento inventado por Andrés Manuel.

Ebrard sugirió la reposición del proceso. Pero ¿Con base en qué? No hay manera legal ni estatutaria de hacerlo, mucho menos ante los actos consumados. AMLO, su protegida y su partido adelantaron los pasos: preparar el equipo para la campaña del 2024. Rompieron los principios constitucionales de equidad, legalidad e imparcialidad. De ello no cabe la menor duda.

Lo que Marcelo sí puede hacer, es denunciar el uso de recursos públicos para actividades partidistas. Pero, seguramente no lo hará. AMLO controla la Fiscalía General de la República y a la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales. En los estados en donde también hicieron uso descarado de recursos públicos en pro de la candidata del presidente, los gobernadores tienen el control de las mismas autoridades. Basta ver el crimen que están cometiendo con el fiscal del Estado de Morelos, con el beneplácito del gobernador, a quien le echaron encima el Código Penal de la CDMX y lo refundieron en cárcel de máxima seguridad; lo mismo que hicieron con Rosario Robles. Utilizan las instituciones como instrumento político. Van por la misma ruta en contra del Poder Judicial, intentan que muera la justicia de inanición ante la falta de recursos públicos, para después culpar a sus autoridades ante cualquier injusticia. Marcelo Ebrard, el perdidoso, tendrá que buscar otras alternativas políticas si quiere seguir en la lucha por el poder.

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