Benditos conservadores, ultraderecha, fifís, que se oponen a que narcos políticos nos gobiernen; y que exigen su detención, el desmantelamiento de las estructuras que extorsionan, violentan y asesinan a la población.

Insensible al dolor de la familia, de gran parte de los michoacanos y de millones de mexicanos que repudiamos el cobarde asesinato de Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan —quien se perfilaba como el candidato a gobernador de Michoacán mejor posicionado, con más de 15 puntos por encima de Morena—; Sheinbaum terminó perdiendo el control de sus emociones y estalló en sus clásicas e ineficaces acusaciones contra el pasado, contra sus enemigos políticos y contra quienes creemos que tanto el gobernador del estado como el gobierno federal fueron omisos en protegerlo, pese a sus reiterados llamados de protección a la ciudadanía y a su persona por las reiteradas amenazas contra su vida.

Apenas dos días después de este magnicidio, la popularidad de Sheinbaum cayó 15 puntos, dejando en claro el castigo popular por su irresponsabilidad al no atender este deber de Estado. Como hasta ahora lo ha venido haciendo, mostró su doble moral: mientras la 4t brindó asilo político a la exprimer ministra del golpista e izquierdista Pedro Castillo, Betssy Chávez —razón por la que el gobierno de Perú determinó declarar persona non grata a Claudia Sheinbaum y romper relaciones con México—; decidió —una vez más— no atender las peticiones de auxilio del líder social Carlos Manzo, por ser adversario político y por reclamar al gobernador de Michoacán sus nexos con el narco y su interés por controlar Uruapan.

El domingo, el general secretario de Defensa Nacional, para atemperar la situación, informó que Carlos Manzo contaba con un equipo de seguridad de 14 elementos de la Guardia Nacional. Y sí, es cierto, pero éstos no le fueron asignados por la Secretaría de Gobernación ni por la Defensa Nacional, sino por órdenes de un juez quien al evaluar el nivel de riesgo que vivía el presidente municipal, le asignó 14 elementos, que terminaron siendo testimoniales, puesto que nada hicieron para evitar que los asesinos penetraran el inexistente perímetro de seguridad.

En la mañanera del lunes, una Sheinbaum enojada y descompuesta, quiso quitarse responsabilidades y acusar a la oposición de hacerle una campaña a ella, victimizándose —pobrecita—; y de manera retórica hizo varias veces la misma pregunta: ¿qué proponen?

La inteligencia ciudadana fue provocada y con esa motivación sugiero algunas respuestas posibles: Que se pregunte ¿para qué quería ser presidente; si para gerenciar la obra de su mentor o para llevar a una nación de pobres al progreso?; que acepta que buena parte de los miembros de su partido están vinculados con los cárteles y que no sacarlos de su instituto político y encarcelarlos, daña a la sociedad; que se decida a ser presidente y no sólo a gerenciar el poder y el proyecto de Andrés Manuel López Obrador, quien, indiscutiblemente, debe ir a la cárcel, junto con algunos de sus familiares y cercanos por el daño que han hecho y hacen al país; que detenga a los morenistas corruptos: políticos, empresarios, militares, narcos, etc., vinculados con la trama del huachicol fiscal, el mayor acto de corrupción en la historia de México y seguramente del mundo; que vaya por los autores intelectuales y materiales de los delitos y acabe con las estructuras que someten a los productores de aguacate, limón, comerciantes, transportistas, distribuidores, fabricantes, y prestadores de servicios que asolan a Michoacán y otros estados del país; que deje de culpar a otros y, finalmente, asuma su responsabilidad.

Los mexicanos queremos un país próspero y en paz, y mientras encubra a narcos políticos de Morena, eso no será posible.

Sheinbaum no escucha a la oposición ni a quienes no son morenistas, y ahora pregunta ¿qué proponen?, la respuesta es simple: deje de simular y solapar, y decídase, deveras, a aplicar el estado de derecho, incluyendo a los suyos, por supuesto.

Periodista y maestro

en Seguridad Nacional

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