En los últimos 40 años los depredadores capitalistas de este país (la vieja mafia del poder) forjaron sus riquezas con transferencias gubernamentales; pero desde la pandemia hasta nuestros días, dos de ellos, Carlos Slim y Germán Larrea, la hicieron crecer en 58% y 125%, respectivamente, según el informe “El monopolio de la desigualdad” que Oxfam México presentó una semana antes en Davos, publicado en el diario oficial de la 4T, La Jornada, el pasado 24 de enero.
La 4T, el gobierno enemigo de los neoliberales; de los magnates; de los explotadores que se han enriquecido a la sombra del poder; de la riqueza que genera pobreza, ha favorecido con obras, concesiones, licencias y permisos a 11 de los 14 hombres más ricos de México (la nueva mafia del poder).
Mientras el informe detalla que la pobreza multidimensional se redujo de 41.9% a 36.3% y se incrementó el 65.2% de salario mínimo hasta 2022, “esto no es suficiente cuando las reglas del juego para el resto de la población en México siguen siendo muy distintas a las que rigen a los ultrarricos”; “Un sistema legal y tributario hecho a modo para incrementar sus fortunas de manera desproporcionada”. Es así como el poder económico se traduce en poder político, afirma.
Por otro lado, ayer, 26 de enero, La Jornada informó que al final de este sexenio el gobierno habrá destinado 2.7 billones de pesos para programas sociales, cifra sin precedente que alcanza a casi el 80% de los hogares mexicanos.
Aun cuando nadie está peleado con la generación de riqueza ni con que subsidiariamente se apoye a las familias en condición de pobreza con miras a sacarlas de su situación, sí hay abierta oposición ética al maridaje entre los poderes fácticos y el gobierno para, en contra de la voluntad de la sociedad, apoyar la continuidad de un régimen, e impulsar una agenda ideológica contraria al progreso del país.
No es lo mismo buscar el bien común logrando el progreso y la autonomía de las familias —vía educación, salud, empleo productivo y hasta con subsidios temporales—, que fomentar su dependencia y uso clientelar en los procesos electorales.
Si algo ha demostrado este gobierno, desde 2021, es que manipula a los beneficiarios de programas sociales condicionándoles la continuidad de apoyos a cambio de su voto. En las elecciones de 2021, los Siervos de Morena, pagados por la nación, lograron la participación del 32% de los beneficiarios de programas sociales; y, en 2023, esta cifra ascendió a 76%, lo que hace suponer que manejarán el mismo mecanismo en 2024 para favorecer a Claudia Sheinbaum.
Por lo que toca a los poderes económicos, que siempre han florecido a la sombra del gobierno, y a los que Andrés Manuel amenazó con quitarles su poder político, ha logrado subordinarlos a su persona y a su gobierno, aumentando su riqueza a cambio de financiamiento al gobierno, como en el caso del intercambio de 2 mil millones de pesos por tamales de chipilín, cuyo destino se desconoce (mecanismo preferido de Andrés Manuel y de sus operadores políticos para financiar sus campañas y ocurrencias).
La supuesta superioridad moral de AMLO, que en su toma de posesión ofreció acabar a la mafia del poder, ha terminado por institucionalizarla en monopolios y oligopolios; renunció, como los gobiernos neoliberales, a regular “su acumulación de poder e influencia” (Oxfam México), por lo que no hay duda: por el bien de Morena, primero los ricos.