El gobierno de Claudia Sheinbaum nació destinado a ser débil frente al creador y dueño del movimiento —quien la designó para el cargo—: le impuso senadores, diputados, gobernadores y gabinete —al igual que agenda política—, con los que AMLO gobierna a distancia, desde Palenque. Palacio es percibido como sede de la gerencia.
La gran duda es si el papel de la mandataria es legitimarse como administradora del proyecto de AMLO, o si puede hacerlo convirtiéndose en co-propiedad del mismo, potenciando a su favor el clientelismo político de los programas.
Lamentablemente para su causa, los problemas heredados están generando crisis sistémicas, ante los cuales ha resultado incapaz de resolver asertivamente, entre otras razones porque sólo cuenta con lealtad de pocos integrantes de su equipo y de su partido; por la polarización que ella misma promueve, y por sus actitudes autoritarias.
El poder político de AMLO eclipsa cualquier iniciativa legislativa de Sheinbaum, o de combate a la corrupción. Lamentablemente, se ha prestado a encubrir a integrantes de su cártel: Adán Augusto, “Andy”, Audomaro Martínez, al propio AMLO y a otros cercanos, en huachicol fiscal, vínculos con el narco, corrupción a través de empresas fantasma y financiamiento de campañas con dinero ilícito.
La respuesta social: hartazgo ante la incapacidad percibida de Sheinbaum para concertar una agenda política, carecer de equipo capaz de resolver crisis estructurales en seguridad, economía, gobernabilidad y agropecuaria, que han derivado en actos de protesta, paros y bloqueos de vías de comunicación.
En la relación con EU, aunque se han destruido laboratorios de fentanilo —que AMLO decía no existían— y detenido a generadores de violencia —pero no se han tocado los negocios que controlan los cárteles: secuestro, extorsión, cobro de piso, control de sectores productivos, etc.—, sigue siendo poco confiable.
La debilidad de Sheinbaum se ha expresado en el deficiente manejo del asesinato de Carlos Manzo —quien le solicitó ayuda y no se la brindó—; la triste solución que le da al caso: detiene a algunos de los asesinos intelectuales, sin tocar políticos ni suficientemente el clima de inseguridad que combatió el ahora occiso; no escucha —como se hizo patente en la visita a Veracruz con damnificados y con los más de 100 mil manifestantes en Uruapan—, la represión a la Marcha Gen Z, el 15 de noviembre, con la que inscribió en la historia nacional el hecho de que la izquierda también reprime; el escándalo de Miss Universo, a partir del cual se hizo visible otro filón de corrupción en Pemex.
La detención del empresario Raúl Rocha Cantú —13 órdenes de detención en su contra— por tráfico de drogas, armas, huachicol y lavado de dinero, entre otros, es percibido como una maniobra para evitar que delate a sus cómplices en la 4t. Para algunos esto explica por qué AMLO ordenó a Adán Augusto exigirle a Sheinbaum la salida de Gertz Manero y la imposición de la fiscal carnal Ernestina Godoy.
Para manifestar quién manda, AMLO rompió su promesa de mantenerse alejado de la politica. Con el pretexto de presentar su reciente libro, anunció los 3 motivos por los que volvería a la vida pública —que Sheinbaum dice no existen—: acciones que vulneren el sistema democrático (leáse, si Morena pierde el poder); defender a Claudia Sheinbaum ante un intento de golpe de Estado (que solo él puede fraguar); y, proteger la soberanía nacional de injerencias externas (que narco políticos cercanos sean llevados ante la justicia de EU).
Por la ugencia de aparecer, como fuerte ante el descontento social y las presiones externas, organizó otro mega acarreo con motivo de los 7 años de gobierno de la 4t. En este reiteró una vez más su fidelidad a AMLO, y logró, otra vez, distraer la atención de los verdaderos problemas del país.
La ecuación que explica la relación AMLO-Sheinbaum, es: entre más fuerte aparece el tabasqueño, más débil se percibe a su discípula.
Periodista y maestro en seguridad nacional