El lamentable incidente en la Permanente del Congreso de la Unión —la confrontación entre el morenista Gerardo Fernández Noroña, presidente en turno de la Permanente, y el líder priísta Alejandro (Alito) Moreno Cárdenas—, ha hecho resurgir la narrativa que llevó a Morena al poder: su hartazgo social y rechazo a la corrupción, mentira, traición y encubrimiento.
Noroña es símbolo de lo malo del morenismo —no el único ni el peor representante— por su actitud soez, violenta, incongruente y por la falta de transparencia para explicar la procedencia de su inexplicable riqueza. Aunque no será el último escándalo de Morena y sus dirigentes, la sociedad es sensible a ello y dio una clara muestra de su rechazo al encender las redes sociales a un extremo pocas veces visto.
De acuerdo con el estudio de MW Group —del 27 al 29 de agosto—, en solo tres días 157.3 millones de personas en redes se enteraron del suceso. Para el 51% de las narrativas de quienes participaron en la conversación, “Noroña es exhibido como un político violento, cobarde e incongruente, señalan que inicia agresiones, pero se victimiza, presume lujos y privilegios pese a su discurso popular, y deja la presidencia del Senado marcado por escándalos, burlas y la hipocresía de la 4t que lo respalda”.
La segunda tendencia (12%) menciona que el supuestamente lesionado Emiliano González “viajó con recursos del Senado pese a no estar en nómina ni registrado como asesor, lo que exhibe irregularidades y falta de transparencia en su equipo”.
Más allá de lo jocoso de quién pegó primero; del triunfo de Alito por nocaut técnico al huir Fernández Noroña; de las canciones en rap, balada o corrido que espontáneamente surgieron en redes; de los memes, el vencido fue Jesús Ramírez y su capacidad de movilizar las narrativas victimizantes del morenismo vía granjas de bots, pseudo periodistas, propaganda oficial y la mañanera.
Quedó claro que la sociedad prefirió al impresentable Alito que al violento, cobarde e incongruente de Noroña, que horas antes había retado a golpes al joven diputado Federico Döring, y horas después del altercado el bravucón acusó al cincuentón Alito de abusar de él, por ser un adulto mayor de 65 años.
La narrativa oficial de acusar a la oposición de traidora por exigir al gobierno aceptar la colaboración de Estados Unidos en el combate a los cárteles, se apoya en el daño que éstos causan a la vida social y política del país; en el permisivismo y hasta complicidad del gobierno anterior y actual al sacar de los gobiernos federal, estatales y municipales a sus cómplices y promotores.
El país requiere limpiar la política de quienes —a lo largo de 45 años— se han enriquecido y han sido cómplices de la corrupción y muerte de niños, jóvenes y adultos en todo el mundo —incluido México—, causada por los cárteles.
No solo fue el incidente del Congreso la causa del hartazgo, sino el cúmulo de sucesos acumulados: los suntuosos viajes de Noroña, Ricardo Monreal, Pedro Haces, Layda Sansores, Miguel Ángel Yunes, Andy López Beltrán; la riqueza de Arturo Ávila; la ropa, joyas y vehículos de alta gama de la diputada Diana Karina Barreras (dato protegido) y su esposo, Sergio Gutiérrez Luna; la cercanía de Adán Augusto López con “La Barredora”, entre otros; permiten entender la explosión social ante la falsedad e hipocresía de los morenistas.
A ellos se agrega la doble moral presidencial frente a la narco política (todos los caminos llevan a Palenque) y el riesgo de que Estados Unidos emprenda acciones militares “suaves” para destruir laboratorios de drogas, detener capos y hasta narco políticos, en caso de que Sheinbaum no los quiera entregar; o el costo económico que tendrá para el país la imposición de aranceles.
La incongruencia morenista, encarnada ahora en la figura del terso y pacifista Noroña —entre otros muchos fifís oficialistas— revelan la hipocresía del poder y, a la vez, la perversidad del lopezobradorismo.
Periodista y maestro en seguridad nacional