En la cultura de la traición sindical, el esquirol, el rompehuelgas, es el que -ya sea por un acuerdo con el patrón o por no estar de acuerdo con sus dirigentes sindicales-, les da la espalda a sus compañeros y trabaja mientras los demás están en huelga o pretenden ir a ella; y en política es el que funciona de aliado funcional del poder en contra del avance de los opositores.
Si bien todos los partidos tienen derecho a decidir libremente su futuro político, en Movimiento Ciudadano (MC) hay graves tensiones internas porque no está siendo el partido quien elige, sino su dueño, Dante Delgado; lo que ha ocasionado la separación de varios dirigentes estatales que no ven representado el interés de la militancia, sino la conveniencia personal de Dante, lo cual impide el proceso de institucionalización de MC y lo deja en calidad de partido-negocio al servicio del mejor postor.
La primera gran ruptura se vislumbró luego de que Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, se deslindara públicamente de MC y su dueño, por estar convencido de que la opción era apoyar a Xóchitl Gálvez. Dijo no tener interés en participar “en un proyecto que ya no entiendo; que se construye de manera unilateral, y que, simple y sencillamente, nos quiere someter a todos a la voluntad de quienes coordinan el partido, a nivel nacional”.
¿Cómo se explica la postura unilateral de Dante?, pues siguiendo el dicho de que la cuerda se rompe por la parte más delgada. Dante, como su contraparte del PRI, “AMLito”, tiene cola que le pisen, convirtiéndose en presa fácil de López Obrador debido a su participación en el escándalo de corrupción de Segalmex que —según se ha dicho— utilizó a un operador político suyo para obtener, mediante el pago de 6.7 millones de pesos, contratos millonarios por el procesamiento de leche, para una empresa que manejaba a través de un prestanombres. De acuerdo a ello, merecería ser investigado, al margen de sus servicios al morenismo.
Como se ha señalado repetidamente, el Presidente utiliza a los órganos de seguridad e inteligencia del Estado en su beneficio personal y partidista. Tanto la Fiscalía General de la República, como las instituciones de inteligencia policiaca, civil y militar, y la Unidad de Inteligencia Financiera, espían a sus enemigos para, en ciertos momentos, ponerlos en riesgo, políticamente hablando.
Dante Delgado actúa como esquirol de AMLO para apoyar a Morena, como lo hizo en las elecciones de este año, al bajar a sus candidatos en Coahuila y Estado de México y no restarle votos a Morena. Y, de igual forma, impedir que MC abra sus puertas a Marcelo Ebrard o se integre al Frente Amplio por México, a pesar de que una encuesta independiente señaló que el 60% de los mexicanos está a favor de ello. Todo esto para impedir el triunfo de Xóchitl en 2024.
Dante no sólo se ha subordinado sino, ha llegado hasta el sometimiento a AMLO. El restablecimiento de la relación con Enrique Alfaro —como una contradicción del jalisciense y un acto de magia del dueño de MC—, la posible candidatura de Samuel García, gobernador de Nuevo León, le dan herramientas para consolidar su papel de esquirol.
Queda claro que Dante, de alambrista circense, pasó a ser esquirol de López Obrador; que no apuesta al bien de México o a representar las ideas de un grupo de mexicanos, sino a mantener su rentable negocio partidista al servicio de López Obrador, atomizando el voto opositor y fortaleciendo a Sheinbaum.