La iniciativa de reforma a la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión, presentada por Claudia Sheinbaum al Senado, con el pretexto de prohibir la propaganda política, ideológica o comercial de gobiernos o entidades extranjeras en nuestro país, en realidad busca ampliar el control de las redes sociales el control de los medios establecido por AMLO, durante su mandato.
Aún cuando ha sido aplazada —no desechada— su discusión en el pleno del Senado, debido a la oposición de una parte de la sociedad, es posible que, de acuerdo al modelo morenista de consulta, se cree un foro para no escuchar las propuestas y se termine mayoriteando una versión endulcorada, según el nivel de presión social.
La iniciativa de Sheinbaum otorga a la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones la facultad de bloquear plataformas digitales, cuando sea solicitado por indeterminadas “autoridades competentes” en los casos de incumplimiento a las disposiciones previstas “en las respectivas normativas aplicables”; permite restricciones a la libertad de expresión en Internet sin necesidad de una orden judicial y el bloqueo de plataformas digitales.
El pretexto de esta iniciativa fue el anuncio emitido en televisión y redes sociales en el que Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional de EU, advierte —entre otras cosas— a los mexicanos que no viajen a Estados Unidos sin papeles, para no ser perseguidos, el cual fue calificado de discriminatorio por Sheinbaum, seis meses después de su difusión en el país.
Así, con la iniciativa de Sheinbaum, se agrega el piso de control de las redes sociales, al de opacidad y persecución de medios de comunicación establecido por Andrés Manuel.
El sexenio de AMLO, caracterizado por ser líder mundial en asesinatos de periodistas; polarizar a la sociedad; perseguir y denostar en el cadalso de las mañaneras a quienes no pensaban como él (sus enemigos); premiar con propaganda oficial a los medios de comunicación afines y castigar sin ella a los críticos; pagar (chayotear) a pseudoperiodistas para que le hicieran preguntas a modo, e impedir que los periodistas le preguntaran; pagar granjas de bots para atacar a sus adversarios; presionar a algunos dueños de medios de comunicación para que corrieran a quienes le decían verdades incómodas; colonizar algunos medios con periodistas chairos, y a los más críticos les insertó a sus ideólogos para neutralizar las voces disidentes. Días antes de que entrara Sheinbaum logró que muchos medios corrieran a periodistas “disidentes”.
El segundo piso del control informativo —el reciente intento de control gubernamental a cargo de Sheinbaum—, se vislumbra que se administre el espectro radioeléctrico y se otorguen concesiones bajo consideraciones políticas y no de interés público, permitiendo retirar concesiones a aquellos medios de comunicación independientes y críticos bajo argumentos subjetivos, sin motivación o con argumentos ambiguos.
Mientras el gobierno es cómplice del daño que los cárteles generan a la niñez y juventud a través de la narco cultura que promueve la violencia y adicciones, omitiendo su deber de censurarlos, se empeña por controlar y censurar la libertad de información, difusión y pensamiento de la sociedad, ampliándolo a las redes sociales.
Para quienes ya lo vivimos, lo que pretenden AMLO y Sheinbaum es un deja vu: volver a experimentar el férreo control informativo priísta, del que AMLO se asume como su versión más pura y acabada. Falta mucho tiempo para que el tema se defina. Durante este proceso la oposición en el Senado les reclamó a los morenistas haberla aprobado en comisiones sin haberla leído. Hay quienes consideran que —por enésima vez— la voz de Sheinbaum será desestimada y que la verdadera definición la darán los cercanos a Andrés Manuel, quienes harán saber la voluntad de su jefe en el pleno de las cámaras.
El deja vu será un volver al México del siglo pasado, en el que el presidente vive.
Periodista y maestro en seguridad nacional