Una vez más, México se expondrá al ridículo, al escarnio y la crítica internacional. El 9 de noviembre Andrés Manuel López Obrador presidirá la sesión de trabajo del Consejo de Seguridad de la ONU, donde hablará del combate a la corrupción —“el problema del mundo”— y la desigualdad.

Desde su campaña presidencial, López Obrador señaló que este es el principal problema de México y que su gobierno erradicaría esta práctica que costaba al año 500 mil millones de pesos; que él no sería tapadera de nadie (familia incluida). Ganó la elección presidencial, entre otras razones porque el gobierno de su antecesor, Enrique Peña Nieto, estuvo marcado por innumerables escándalos de corrupción que hasta entonces lo ubicaban como el más corrupto en la historia reciente.

Durante sus tres años de gobierno, López Obrador ha utilizado, sin pruebas, la acusación de corrupción contra personas e instituciones para amedrentarlas, paralizarlas y, en el caso de las instituciones, desmantelarlas. La lista de los acusados es muy larga, pero el resultado es nulo: no se ha sentenciado a nadie por ese motivo. Aún más, miembros cercanos de su equipo de gobierno —y de su propia familia— han sido señalados de corruptos.

El gobierno de los “diferentes”, que goza de “autoridad moral” porque por decreto acabó con la corrupción en sus filas, ha caído, por cuarto año consecutivo, en el Índice de Estado de Derecho en México 2020-2021, del World Justice Proyect. De la posición 99, en que se encontraba en 2019, ahora ocupa el lugar 113. Y en el plano latinoamericano, ocupa el lugar 27 de 32 lugares, pese a que se incorporaron 11 nuevos países, dos de ellos latinoamericanos: Haití y Paraguay.

De los ocho factores con que se evalúa la situación de Estado de Derecho: Límites al Poder Gubernamental, Ausencia de Corrupción, Gobierno Abierto, Derechos Fundamentales, Orden y Seguridad, Cumplimiento Regulatorio, Justicia Civil, y Justicia Penal; México sólo es fuerte en el rubro Gobierno Abierto, que lo ubica en la séptima posición en la región, y en el lugar 43 del mundo. Pero en el tema Ausencia de Corrupción, este año México ocupa la posición 135 de 139 y a nivel Latinoamérica el último lugar (32).

Los mexicanos queremos que se destierre la corrupción del gobierno y de la sociedad. Lamentablemente no hay resultados y sí mucha incongruencia y falsedad por parte del presidente y de su gobierno porque lejos de reducirla o erradicarla, la está prohijando como sello del gobierno.

Es importante que quienes cobran como asesores hagan su trabajo y eviten que el Presidente se exponga, y exponga al país a burlas, como la de The Economist, que lo equiparó con Cantinflas por la redacción de la pregunta que se votó en la consulta popular que, se dijo, era sobre el castigo a los expresidentes, y que en realidad no hablaba de eso.

O el caso reciente de la Organización Mundial de la Salud, que de manera muy correcta le pide a AMLO que deje a los científicos hablar de los temas que ellos entienden (y que él no), respecto a la autorización de vacunas anti Covid que se aplican en México sin la validación de ese organismo.

Si AMLO hablara de corrupción, los fantasmas de Pío, Martín, Felipa y su otra cuñada se harían presentes; o los casos Emilio Lozoya y Rosario Robles que pintan de cuerpo entero el manejo faccioso de la justicia en México.

El Consejo de Seguridad trata los temas de paz, seguridad y estabilidad mundial, no corrupción, entiendan.

Periodista y maestro 
en seguridad nacional

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