El resultado del pasado domingo, sin duda, fue inédito. Andrés Manuel López Obrador será el presidente con mayor votación en la historia de México. El nuevo gobierno recibe un país con enormes retos y muchos pendientes ambientales.

Esta “nueva era” de transformación abre una oportunidad para replantear cómo nuestra sociedad se relaciona con el medio ambiente y los recursos que debe proteger. Desde Greenpeace pensamos que vale la pena plantearse esa nueva relación de reconciliación apostándole a cambios que respondan a las necesidades económicas, culturales y ambientales. Ésta es una oportunidad para llegar a un país más justo y sostenible.

En Greenpeace llevamos 25 años trabajando en México, señalando las injusticias ambientales y proponiendo soluciones viables para que se logren avances en materia de derechos humanos para todas las personas, comunidades y pueblos. Sabemos que la lista de pendientes es muy amplia; sin embargo, señalamos como prioritarias las siguientes:

1. Mejorar movilidad y planeación urbana para combatir el cambio climático y mejorar la calidad del aire; la quema de combustibles fósiles es la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), causantes del calentamiento global.

2. La agricultura y ganadería, causantes del 15% de GEI en México, son también responsables de la pérdida de la superficie boscosa, por lo que implementar modelos agroecológicos económicamente viables y justos es clave.

3. Asegurar la sostenibilidad de la pesca en México requiere un cambio de modelo basado en la extracción desmedida de los recursos marinos y terminar con la pesca ilegal, práctica que puede llevar al peligro de extinción a numerosas especies.

4. En el manejo de residuos se requieren modelos de basura cero y una legislación de responsabilidad extendida al productor.

La tarea de proteger y defender el medio ambiente no es una tarea de decretos, sino de voluntad política, que se deberá ver reflejada en la propuesta del Plan Nacional de Desarrollo 2018–2024, donde el involucramiento y la participación activa de la sociedad civil será vital, pues de lo contrario se convierten en decretos en papel que no cumplen con su objetivo.

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