El precio de vivir en democracia y gozar de nuestras libertades y de derechos humanos es costoso, ya que implica tiempo y esfuerzo. Pero es mucho más caro perderla.

Es cierto que vivir en democracia conlleva una larga lista de responsabilidades para con los gobernantes. Entre ellas: Respetar a cabalidad la libertad de expresión y que incluye tanto el derecho a opinar libremente sobre los asuntos públicos como también el derecho a manifestarse públicamente de manera pacífica —derecho que como pudimos observar no se respetó el pasado 15 de noviembre en el zócalo capitalino—, respetar la libertad de prensa, respetar el “estado de derecho y la división de poderes, respetar el derecho de los ciudadanos a conocer en qué se gastan sus impuestos —transparencia y acceso a la información—, la rendición de cuentas, la procuración e impartición de justicia, la seguridad la educación y la salud públicas. Responsabilidades que definitivamente no han sido atendidas desde hace décadas. Pero sobre todo desde hace 7 años. Periodo en el que hemos visto y sentido un deterioro en el goce de nuestras libertades y derechos humanos.

También es cierto que los ciudadanos tenemos responsabilidades para con nosotros mismos, nuestras familias y en sí con las personas que nos rodean. Entre dichas responsabilidades tenemos:

La enorme responsabilidad de apoyar las acciones de gobierno que sean positivas para las mayorías y que al mismo tiempo no lesionen los derechos de las minorías. Y desde luego denunciar y reclamar las acciones de gobierno que consideremos negativas o dañinas.

Para lograr lo anterior, apoyar o rechazar las acciones de gobierno, me parece es imprescindible que realicemos lo siguiente:

1.- Nos interesemos en los asuntos públicos y que nos informemos de la mejor manera posible sobre ellos. Es conveniente conocer las opiniones “técnicas” como también las que están a favor y en contra de una determinada acción.

2.- Compartir la información recabada y analizada por cada uno de nosotros con otras personas y así enriquecer la propia opinión. Y muy importante: compartir la información con aquellas que no han tenido o no tienen la oportunidad de informarse fehacientemente, o no tienen las herramientas para analizarla (por ejemplo: Aunque a ti te parezca absurdo o increible, todavía hay millones de personas que siguen creyendo que el dinero que se entrega mediante los programas sociales es de la presidenta y que si no votan por su partido entonces se los quitarán —cosa que los siervos de la Nación les repiten constantemente—. Ante esto es indispensable informemos a esas personas que ese dinero proviene de los impuestos que pagamos todos los mexicanos y que los programas están garantizados en la Constitución y que nadie se los puede quitar).

Fuente de los Deseos: Ojalá que te des cuenta de que por tu propia conveniencia es imprescindible que te informes sobre los asuntos públicos y que compartas esa información con las personas que te rodean.

Exsenador. @gtamborrelmx

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