Me parece que el primer paso para diseñar y posteriormente imprimir un libro de texto es considerar a quién va dirigido y lo que es fundamental: para qué lo recibe, cuál es el objetivo de entregarle dicho libro. Es decir, qué se persigue que aprenda y logre el educando al utilizar el libro en cuestión.

En lo relativo a quién va dirigido un determinado libro de texto me parece indispensable que al diseñarlo se reconozca y considere: la edad –esto es muy importante ya que el conocimiento por sí mismo siempre será positivo sin embargo cuando este llega antes de tiempo pudiera resultar muy negativo–, los gustos e intereses, el entorno, los hábitos y costumbres de la niña, niño o adolescente que lo va a recibir. Si bien es cierto que todos los menores de edad tienen los mismos derechos y que debieran adquirir los mismos conocimientos básicos, no todos llegan a la primaria –menos a secundaria– en las mismas condiciones ya que provienen de entornos y costumbres muy diferentes entre sí (una niña de la Sierra Tarahumara llega a la escuela en condiciones muy distintas con las que llega un niño en la Ciudad de México).

También es fundamental tener presente el objetivo a alcanzar al diseñar cualquier libro de texto. Objetivo que desde luego deberá ir alineado a un plan de estudios predeterminado, serio y responsable. Objetivo que desde mi perspectiva deberá ser el de proporcionarle al educando las herramientas necesarias para construirse un futuro exitoso y feliz. Herramientas como son un esquema de pensamiento estructurado –lo que se logra con las matemáticas–.

Por lo anterior me parece que la entrega de los libros de texto que pretende el Gobierno Federal además de violar el procedimiento establecido en la ley, de que no sabemos si están o no alineados con un plan de estudios –si este existe no es público–, errores de ortografía, de verdaderas pifias, de la terrible falta de matemáticas –entre otros muchos rubros– o de que las y los maestros no han recibido la debida capacitación para utilizar eficientemente los libros en cuestión, no considera las diferencias presentes en las niñas, niños y adolescentes del país, ni tampoco su edad.

Peor aún, el objetivo de educar a las niñas, niños y adolescentes de México brindándoles las herramientas que habrán de ayudarles a construirse un futuro feliz ha sido trastocado por una serie de resentimientos, prejuicios e ideas fracasadas. El resultado será terrible para todos, la pobreza y las desigualdades se acrecentarán, los resentimientos y los odios también crecerán.

Fuente de los Deseos: Ojalá que entre todos y a pesar de las pésimas decisiones del Gobierno Federal logremos educar correctamente a los menores de edad, ojalá logremos darles las herramientas para que se labren una vida feliz aun y cuando no sean nuestros hijos o nuestros nietos.

Google News