Al escuchar a la presidenta Claudia Sheinbaum rendir su primer informe de gobierno me vino a la mente el cuento de Pedro y el lobo, que seguramente muchos recordarán. Es aquel cuento en el que Pedro, un pastor, mintió y engañó a sus vecinos diciendoles que ahí venía el lobo en tantas ocasiones que cuando efectivamente el lobo sí llegó y sí atacó a su rebaño, Pedro pidió ayuda, pero nadie le creyó y nadie le ayudó.
Desgraciadamente la presidenta Claudia Sheinbaum, como Pedro, en muchas ocasiones o nos ha mentido pensando que somos tontos y no nos damos cuenta —inclusive manipulando estadísticas y mostrando las cifras que le convienen de la forma en que también le conviene— o nos ha dicho verdades a medias, lo que finalmente se traduce en mentiras completas o ha tergiversado la verdad de tal forma que nos acaba pintando falsas realidades.
Por ejemplo, la presidenta dijo que las causas que la han movido siempre son: “construir un México más justo, democrático, libre y soberano”, cuando en la realidad ha hecho lo contrario, ha dinamitado la democracia en el país al anular la división de poderes y al desparecer a los organismos constitucionales autónomos como el INAI.
Un segundo ejemplo: La presidenta dijo que: “se gobierna con honestidad y austeridad republicana” cuando en realidad los índices de corrupción, medidos por diversas instancias nacionales e internacionales, indican que la corrupción ha venido a la alza.
Otro ejemplo: Señaló como un gran logro de López Obrador haber “sacado de la pobreza a más de 13.5 millones de personas” cuando en la realidad solo las sacó momentáneamente de la pobreza por ingresos gracias a las entregas de dinero mediante programas sociales pero manteniéndolas pobres desde la perspectiva de los derechos sociales como educación y salud.
Un ejemplo más: La presidenta dijo que: “se practica la mayor libertad de expresión de toda la historia” cuando en la realidad el linchamiento mediático en contra de algunos comunicadores es atroz, llegando inclusive a hacer pública su información privada o a permitir que sean demandados por cumplir con sus obligaciones periodísticas.
Y el listado de ejemplos podría continuar y continuar…
Lo anterior es realmente lamentable por varias razones y quizá la más importante es que dado que de una u otra forma, tarde o temprano, en el México de hoy la verdad saldrá a relucir provocando entonces una importantísima pérdida de credibilidad de la ciudadanía en su presidenta y su gobierno. Credibilidad que es sumamente necesaria para el pleno desarrollo de todos los ciudadanos y hasta para la gobernabilidad del país.
Por todo ello considero indispensable que la presidenta reflexione y que nos deje de mentir, o bien que revise bien quién y qué información le hacen llegar. No me extrañaría que la presidenta actúe de buena fe y que ella misma sea la engañada por aquellos que le deben informar.
Exsenador. @gtamborrelmx