La naturaleza de las cosas nos ha enseñado que la vida como la conocemos responde siempre a ciclos determinados. Uno de ellos, el más presente en lo cotidiano, es el tiempo. Así, regularmente lo aplicamos como medida y referencia de prácticamente todo lo que tiene que ver con nuestra vida diaria y adquiere siempre la mayor relevancia. Desde que amanece hasta que anochece, vamos asignando y destinando lapsos a todo lo nuestro. Horarios y plazos van encuadrando la manera en que vivimos.
Los años son la mejor referencia de nuestro propio tiempo y por ello les damos el mayor significado para medir nuestro paso personal por la vida y adquieren un simbolismo general cuando inician y cuando concluyen, no obstante que en usos y costumbres, algunas comunidades en el mundo tienen una referencia diferente a quienes vivimos el año calendario. Sin embargo, en el transcurso del tiempo de cada quien, hay momentos que, aunque muy breves, resultan mucho más trascendentes y obtienen un gran significado, dándole y agregándole valor a nuestro acontecer.
Otras ocasiones, esos momentos son verdaderamente inesperados y a pesar de que cada inicio de año en la actualidad, vivimos una cuesta de enero que no tiene sólo que ver con lo económico, sino que también nos afecta en lo emocional, nunca dejamos de abrigar la esperanza de que el año que inicia sea un buen año. Precisamente por ello, les comparto que en las alboradas del año 2018 y de ayer, la gran Luna nos obsequió su bella imagen para engalanar el horizonte y capturarla en una fotografía tomada en La Paz, Baja California Sur, como uno de esos momentos que se convierte en símbolo de un buen deseo para todos durante 2018 en nuestro México y en el Querétaro nuevo que deseamos conservar.