La tercera década del presente milenio, ya en su tercer año por concluir, ha traído consigo una enorme variedad de circunstancias y cambios originados e impulsados en primera instancia por la llegada de la pandemia del Covid que detuvo de golpe el ritmo de movimiento en este planeta poniendo sobre la mesa una serie de cuestionamientos sobre la humanidad y el papel que juega en la actualidad en este planeta.
Fue clara la evidencia de su fragilidad como especie y sacudió varios de los modelos de desarrollo tanto económico como social para invitarnos a reflexionar muchos aspectos de la vida misma. Esa temporada detonó lo que para algunos pensadores contemporáneos han definido no como una nueva época de cambios, sino como un cambio de época.
El impacto del desarrollo y uso de la tecnología, el exponencial incremento en la información sobre lo que sucede el planeta, las nuevas guerras y los cambios de protagonistas en el concierto de las naciones, así como, de manera muy significativa, el impacto que el cambio climático está teniendo sobre temas como el uso y abuso de los recursos no renovables para satisfacer necesidades y expectativas de crecimiento y los cada vez mayores daños causados por fenómenos naturales en los centros de población, son por un lado nuevas características de la vida cotidiana, pero por otro, algunos de ellos resultan serios avisos que no se deben pasar por alto en aquello que debe redirigirse para alcanzar una mayor estabilidad en el desarrollo de la propia humanidad.
Desafortunadamente aún hay mucha gente que piensa que hablar de temas como la Sostenibilidad, definida como “el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones, garantizando el equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social”, es un tema de moda, cuando la realidad es que en el último siglo hemos roto el equilibrio del entorno por buscar dar prioridad al crecimiento económico por encima del cuidado del medioambiente y el bienestar social.
El entorno en nuestro planeta nos ha dado múltiples señales que poco a poco van sacudiendo conciencias, en especial en las nuevas generaciones que reciben la estafeta para transitar en su favor y en el de quienes vendrán algún mañana.
La lección más clara nos la da la naturaleza en el planeta al mostrarnos que ninguna especie, salvo la humana, intenta acabar con los recursos de su entorno para garantizar su supervivencia, ya que de hacerlo, finalmente le puede llevar a la extinción misma. Por eso, el reto de la Sostenibilidad es alto. Son muy claras sus tres vertientes en cuanto a definición, pero generar un consenso en torno al equilibro en el crecimiento económico y en el bienestar social, son temas propicios para la discusión y análisis el todo el orbe a pesar de la lección que nos dejó la pandemia.
El tiempo y la vida siguen corriendo con su ciclo natural, pero el entorno es uno, delimitado y limitado, con recursos finitos y con la necesidad de ese balance para evitar desastres mayores de dimensiones insospechadas. Pareciera que el camino esta puesto, pero se requiere consenso y voluntad, que de no tenerlos, me hace pensar en el dicho que reza: “Dios perdona siempre, el hombre a veces, pero la naturaleza nunca”, incluido este Querétaro nuevo que deseamos conservar.