El estudio del universo es el objeto de la cosmología, ciencia que combina la astronomía y la física. Entre otras, una definición que encontré del universo dice que corresponde al conjunto de todas las entidades físicamente detectables y que interactúan entre ellas dentro del espacio-tiempo de acuerdo a leyes físicas bien definidas.
De niño tuve siempre la atracción de mirar hacia el cosmos y, junto con la imaginación, surgían las preguntas y las ideas sobre todo lo que había al alcance de mis ojos, en especial en las escasas noches que estaba alejado de la luz de la ciudad, y entonces se abría un panorama insospechado de imágenes.
En alguna de esas noches, escuché decir que las imágenes que nuestros ojos perciben de objetos tan lejanos, en realidad llegan a nosotros tiempo después, de acuerdo a la distancia estimada en función de la velocidad de la luz. Desde entonces concluía que mirar las estrellas es mirar el pasado, y con ello una oportunidad de jugar con el tiempo. Asimismo, significaba intentar aceptar que absolutamente todo en el universo es materia y energía que se transforma por lo que hoy conocemos como principios causales.
Es muy interesante saber que lo material ahí está, los registramos con nuestros sentidos y entonces podemos ver, oír, oler, tocar y saborear tan solo un poco de esa cotidiana mezcla de materia y energía.
Sin embargo, en algún momento de la vida me pregunto qué ocurre con lo inmaterial, con los pensamientos, los sentimientos, las ideas y todo aquello que no podemos registrar físicamente con los sentidos, sino que lo percibimos de una manera diferente. Es algo que está ligado en nuestra mente y que, al igual que el universo, interactúa cuando nos comunicamos con nuestros semejantes y con otros seres vivos.
En ese universo inmaterial están las creencias, la ideologías, en todo aquello que tiene que ver con la filosofía y con la religión para quienes profesamos alguna. Las múltiples preguntas que nos hacemos y las respuestas que buscamos.
Una de las maravillas de la humanidad, es que hemos aprendido a convertir lo inmaterial en materia y energía. Ahí están los tantos testimonios de arquitectura que incluye sitios para el culto y las religiones junto con edificaciones que hoy son tesoro de la propia humanidad; están los libros que nos enseñan lo que pensaron generaciones ancestrales; los objetos artísticos que comparten lo que su mente y su imaginación creó y que han sobrevivido el paso del tiempo; seguimos, en este breve paso por nuestra vida, pensando, creando y recordando nuestras vivencias, en un universo que muchos soñamos regido por principios que tienen que ver con los valores positivos como el orden, el respeto, la generosidad, la libertad y todo aquello que permita que la humanidad evolucione para bien de ella misma.
Siempre será complejo encontrar respuestas a muchas preguntas, y ante la enorme diversidad del pensamiento que hay en quienes habitamos esta brizna de polvo estelar que es nuestro planeta.
Aquí estamos, en un presente que convive con el pasado y la esperanza del porvenir. El universo y la vida, son demasiado interesantes para considerarlos estrictamente en un lado de la balanza entre lo material y lo inmaterial, también en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.