Hace un par de días, en medio del tráfico vehicular y con el ánimo de atemperar su impacto, venía escuchando algunas viejas canciones, y por esos caprichos de la tecnología que supongo se dan por alguna razón, coincidieron tres o cuatro piezas que en la letra se referían a la distancia y, justamente pensando en lo que me faltaba de camino por recorrer en mi vehículo, pensé en la importancia que el concepto tiene para las personas, por que se aplica tanto de manera literal como metafórica. La distancia se define como el espacio o tiempo que separa dos objetos, eventos o circunstancias.

Uno de los anhelos que la gran mayoría de la gente tenemos, inclusive desde pequeños, es lograr acortar, romper, establecer o inclusive ampliar distancia, ya sea entre personas, lugares, experiencias vividas, sueños y realidades. Cuántas ocasiones podemos recordar estar frente, muy cercanos a algún objeto material y sentirlo tan lejos ante la imposibilidad de tenerlo para nosotros.

A quienes nos gusta la astronomía, a veces nos cuesta entender la magnitud de la distancia física entre nuestro planeta y otros objetos estelares visibles. Sin embargo, apreciamos que la distancia con el sol permita las condiciones para la vida y así también, en noches de luna llena, pensamos en la posibilidad de viajar hasta la misma y con la imaginación cubrir un recorrido de sueños.

Resulta curioso, pero la distancia es un término mucho más cotidiano para nosotros de lo que suponemos, en especial cuando no se refiere al espacio físico. Dicen algunas frases de las canciones —me gusta más que llegar, pensar que ya voy llegando—, una invitación a disfrutar el recorrido. Otra, —estoy a tres segundos de rozar tus labios—, una enorme distancia en la metáfora de un amor que tal vez sea. Una más, — y en la distancia muero, sin saberlo tú—.

La realidad es que estamos a cada momento moviéndonos en la cobertura de distancias emocionales que nos brindan la oportunidad de caminar la vida, en un tiempo en el que, con cierta ironía, no nos importa eso, el tiempo, hasta que nos damos cuenta que es bastante lo recorrido y comienza a acompañarnos la importancia de valorar cada paso y cada momento, que sigue hasta un final que no sabemos donde ni cuando.

Hay eventos, como muchas de las guerras que vivimos en la actualidad, que literalmente no sólo destruyen las distancias hacia acuerdos y soluciones, sino que truncan los recorridos y la esperanza de muchos que ni siquiera tienen algo que ver con las sinrazones de las mismas. Eso nos hace pensar en que la vida no es lineal, sino en ocasiones absolutamente caprichosa, como las líneas de un rayo que se dibuja en el horizonte de una tormenta, de un temporal que arrastra todo a su paso.

Pero a pesar de todo y más allá, la vida continúa desplazándose en múltiples distancias, alejando y acercando, terminando y comenzando de nuevo. Es por eso, que mientras sigamos moviéndonos en la distancia, está la esperanza de pensar que vamos llegando, disfrutando los recorridos que nos brinden nuestros propósitos como las circunstancias que no nos corresponde controlar, en un planeta que, a decir de los expertos, recorre una distancia de 30 kilómetros por segundo en el sistema solar, llevando consigo este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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